DOY POR VISTAS LAS OLIMPIADAS

 

DOY POR VISTAS

LAS OLIMPIADAS 

 

Lillian Calm escribe: “Me llamó la atención, por decir lo menos, la reacción del presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de París, Tony Estanguet: Tenemos libertad de expresión en Francia y queremos protegerla (sic). No pude dejar de pensar: ¿Qué entenderá monsieur Estanguet por libertad de expresión?”.

 Reconozco que yo estaba en otra. Es decir, con la cabeza en acontecimientos muy lejanos a los Juegos Olímpicos, pero oía muy de cerca comentarios que me sugerían que me estaba perdiendo el máximo espectáculo de la Creación.

¿Qué era lo tan maravilloso de esa inauguración (con río Sena y todo), que atraía a multitudes? Aún no logro saberlo, porque cuando me dispuse, con cierta disciplina, a buscar en Internet ese material maravilloso, para apreciarlo  en toda su grandeza, me topé a boca de jarro con una mofa a la Eucaristía y una parodia a la Última Cena.

¿De qué se trataba?

La Conferencia Episcopal Francesa acusó recibo de inmediato sobre lo ocurrido en su propia casa y aludió a   escenas de escarnio y burla contra el cristianismo, que deploramos profundamente. Los obispos franceses incluso hicieron una referencia a los cristianos de todos los continentes, que han sido heridos por el ultraje y la provocación de algunas escenas.

El arzobispo de Santiago,  monseñor Fernando Chomalí, escribió en su cuenta X: En los JJ:OO París 2024, me duele y decepciona la parodia grotesca de lo más sagrado que tenemos los católicos, la Eucaristía. La intolerancia de los ¨tolerantes¨ no tiene límite. Así no se construye una sociedad fraterna. Fuimos testigos del nihilismo en su máxima expresión.

Me llamó la atención, por decir lo menos, la reacción del presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de París, Tony Estanguet: Tenemos libertad de expresión en Francia y queremos protegerla (sic).

No pude dejar de pensar: ¿Qué entenderá monsieur Estanguet por libertad de expresión?

Entretanto algunos procuraban explicar lo inexplicable: que no se trataba de una parodia de la Última Cena ni de la Eucaristía, sino solo de una inspiración del  Festín de los Dioses, de Jan Harmensz van Biljert, pintura de 1635 que se encuentra en el Museo Magnin en Dijon. Como si la obra de Jan Harmensz van Biljert no hubiera sido una parodia de la Última Cena. Es decir, esta ya sería una parodia de la parodia. Tal cual. Y, si no, ¿de qué procuraba burlarse Jan Harmensz van Biljert, en el ya lejano 1635? Se trata de singulares expresiones de ayer y hoy, que no por añosas  y ahora reiterativas resultan más inocentes.

Las raíces de esta blasfemia anti cristiana han estado siempre latentes en la católica Europa.  No hay que olvidar que fueron Juan Pablo II y Benedicto XVI quienes encendieron luces rojas sobre la descristianización de ese continente. 

Tampoco hay que olvidar que fue un  francés quien tuvo un papel preponderante en una singular maquinación: Valery Giscard D’Estaing, al presidir la Convención Europea (su objetivo era redactar una Constitución europea), se obstinó con apenas un puñado de otros líderes en erradicar cualquier mención a la herencia cristiana de Europa, a pesar de que prácticamente la mitad de sus estados hacen, en sus cartas fundamentales, una referencia explícita a Dios o al cristianismo.

Solo días después de que los líderes de la Unión Europea resolvieran erradicar una referencia directa a la fe en su Constitución y que la Santa Sede lamentara esa carencia, el Papa Wojtyla aseveró en la Plaza de San Pedro que Europa no puede romper los lazos con sus raíces cristianas.

Benedicto XVI se referiría, por su parte, a una nueva intolerancia, es decir, a parámetros acostumbrados del pensamiento que se quieren imponer a todos. Al periodista alemán Peter Seewald (quien lo entrevistó para  el libro Luz del mundo), le señaló que el hecho de que en nombre de la tolerancia se elimine la tolerancia es una verdadera amenaza ante la cual nos encontramos.

Vuelvo atrás en el tiempo porque no quiero omitir otra frase de Juan Pablo II:  Las raíces de las que provenimos no se pueden cortar.

Las procuran cortar, pero hasta ahora no lo han logrado del todo.

¿Me será muy necesario volver a sintonizar las Olimpíadas?

No me parece.  Y no es tozudez. Es, simplemente, una decisión mía, libre y muy personal.

  

 

Lillian Calm

Periodista

01-08-2024

 

 BLOG: www.lilliancalm.com

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