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Mostrando entradas de diciembre, 2020

FIN DE AÑO 2020

  Lillian Calm escribe: “¿Fue tan malo este año 2020? Solo plantear esta interrogante me puede costar caro, al menos en detractores. Pero, ¿podemos tachar así un año que no han sido solo doce meses más, sino que es ese período que nos ha hecho detenernos en medio de nuestra agitadísima vida para reflexionar? Antes, ¿nos dejábamos un tiempo para pensar?”. Espectacular me pareció hace ya unas semanas la portada de la revista  Time . La sencillez aumentaba su atractivo. Sin duda, un ejemplo de periodismo y especialmente de diseño. Todo simple, sin artificios recargados ni menos aspavientos. Al medio, muy centrado, un enorme 2020 tachado por una gran equis en rojo. Y abajo, con letra muy pequeña,  The worst year ever  que se podría traducirse libremente como el peor año jamás vivido. Qué razón le encontré, pero afortunadamente solo por algunos segundos, quizás minutos, a lo sumo durante una hora. Entonces me pregunté: ¿Ha sido realmente el peor año de nuestra existencia? ¿Y de la existenci

EL OSITO DE JOSEPH

  Lillian Calm escribe: “Los padres, al igual que en otras Navidades, se esmeraron en realzar especialmente la fiesta porque, como les venían explicando año a año a sus hijos, es el cumpleaños de Jesús. Eso es lo que se celebra, aunque sean muchos los que lo hayan olvidado. Es Él el festejado. Lo primero es lo primero y había que celebrar a ese Niño en todo lo alto”. ¿Qué escribir para Navidad? El tema me llegó por sí solo al releer páginas olvidadas de un libro singular. El autor cuenta cómo Joseph desde muy pequeño fue un niño feliz. Y ello a pesar de esa difteria que tanto dolor le produjo en sus primeros años y, también, de otras enfermedades que aquejaron al niño debilucho. Su padre, oficial de policía, y María, su madre, procuraron siempre, a pesar de los problemas que pudieran surgir, que el suyo fuera un hogar feliz. Un hogar verdaderamente cristiano. Y primero nació María; dos años después, Georg, y con más diferencia, a los cuatro años, Joseph, el menor de todos. Quizás como

LA ACTUALIDAD DE UNOS VIEJOS PAPELES

  Lillian Calm escribe: “Me callo y dejo hablar al entonces senador Tomás Pablo que, para quienes no lo conocieron, murió en 1999. En 1971 me señalaba: ‘ Carabineros siempre había sido respetable; ahora sigue siendo respetable, pero no respetado. Cualquiera se encuentra con el derecho de cargar contra Carabineros y ellos tienen instrucciones de no responder’”. Si hay algo que me entretiene es bucear. No en el mar, por supuesto, sino en viejos papeles y recortes de diarios que alguna vez guardé quizás por alguna razón.  Descubrir cuál fue esa razón no siempre resulta fácil y es por ello que después de décadas muchos de esos tesoros terminan directamente en el basurero. Pero no sucede con todos. Incluso uno que otro podría decirse que es presagio de la actualidad, como me sucedió esta vez. Y quedé helada.  Buceando y buceando encontré distintas entrevistas que le hice en mis primeros años de periodista al senador demócrata cristiano Tomás Pablo Elorza. Corría 1970 y como presidente del S

LA REBELIÓN DE LAS MASAS

  Lillian Calm escribe:  “ Esta vez -no sé si se podrá, pero todo se puede si se hace con buena fe y en persecución de la verdad- se me vino a la cabeza una idea peregrina: escribir una columna, la mía, sobre otra columna, la última que Alfredo Gildemeister incluye en este proyecto editorial en línea y que por supuesto, como abeja, pega sus picotones. Es más analiza desde la perspectiva de la rebelión de las masas mucho de lo que viene ocurriendo en Chile desde hace más de un año y que nosotros por lo disparatado e irracional, ya ni siquiera somos capaces de analizar ” . Que no se piense ni por un momento que le plagié el título de esta columna al filósofo y escritor español José Ortega y Gasset. No me habría atrevido. Se lo plagié a un abogado, periodista y profesor universitario peruano que escribe, a mi juicio, con conocimientos y sensatez (dos atributos básicos en periodismo) en  La Abeja , medio virtual cuya trayectoria no es nueva y que procuro leer con asiduidad. Esta vez -no sé

UN NUEVO CAPITULO DE LA NECROFILIA ARGENTINA

  Lillian Calm escribe: “Serán los argentinos quienes juzguen la decisión de su mandatario: velar a Maradona en la Casa Rosada en plena pandemia. Hoy mi tema es otro: la necrofilia, ya que como desde hace años han apuntado muchos analistas, los muertos no mueren en Argentina, especialmente tratándose de los peronistas y, en menor medida, de los radicales”. Ahora fue el turno de Maradona. No solo de su muerte sino de debates actualizados día a día sobre si exhuman o no exhuman su cuerpo para extraer una muestra -sería, al parecer, una nueva muestra- de ADN (habría razones de herencia). De él no voy a escribir por dos razones: porque no sé nada de fútbol y porque su vida, por lo poco que conozco de ella, me da una inmensa pena. Más bien, compasión. Pero quiero volver a tratar un tema al que le he dedicado columnas anteriores y es esa obsesión por los muertos que domina desde hace décadas al pueblo argentino. O a algunos sectores del pueblo argentino… que quizás buscan réditos políticos e