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Mostrando entradas de octubre, 2021

UNA PIEDRA EN EL ZAPATO

  Lillian Calm escribe: “Tantas veces entré a ese mismísimo lugar (las tribunas del Congreso en la capital). En una época iba reportear prácticamente a diario. Salvo que la sesión fuera secreta (en rarísimas oportunidades), una credencial era suficiente para que se nos abrieran las puertas de par en par y así poder informar de primera fuente a los lectores (tengo la gran suerte de haber hecho siempre periodismo escrito). Y ello porque no hay nada peor para un país que la desinformación. O los entre gallos y medias noches. Pero no solo porque se oculta lo que realmente sucede, lo que mi juicio es uno de los peores atropellos a los derechos humanos. También porque nos perdemos hechos dignos de conocerse y nos hemos formado la impresión errada, por ejemplo, de que en el interior de la Convención solo se dicen sandeces. No es así”. Uno de los “peros” que destaca el informe de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) sobre el estado la libertad de prensa en Chile radica en que las autorid

ECOS DE LA LEY MALDITA

  Lillian Calm escribe: “ Hay casualidades (llamémoslas, mejor, curiosidades de la historia) que me desvelan y una de ellas tiene directa relación con ese  espontáneo  estallido social de 2019. ¿  Espontáneo ?”. Creo en las casualidades, pero naturalmente no en todas. Y menos cuando en hechos aparentemente fortuitos queda al descubierto una huella indeleble. Debería escribir sobre el vandalismo y la delincuencia que enardecidos por la droga asolaron Chile el lunes pasado. Sin embargo prefiero remontarme a hace dos años. Hay casualidades (llamémoslas, mejor, curiosidades de la historia) que me desvelan y una de ellas tiene directa relación con ese  espontáneo  estallido social de 2019. ¿  Espontáneo ? Lo sorprendente es que ese 18 de octubre de 2019, y en los días que siguieron,  espontáneamente  se incendiaron y destruyeron estaciones de metro (se atacaron 118 de las 136 que conforman la red),  espontáneamente  turbas enardecidas saquearon y robaron establecimientos comerciales en dife

PAPÁ DEBRAY

  Lillian Calm escribe: “ La historiadora y escritora franco venezolana Laurence Debray es hija nada menos que de Régis Débray, ese francés que tuvo tanta incidencia en el experimento revolucionario latinoamericano de hace unas cinco décadas y, también, en nuestra criolla Unidad Popular. Tal vez convenga recordarlo en este período preelectoral”. Dos medios europeos (  Paris Match,  en París, y revista  Hola,  en Madrid), adelantan la publicación de un libro sobre el rey emérito de España Juan Carlos I. Más bien se trata de sus confesiones desde Abu Dhabi donde, sabemos, se autoexilió. Pero en esta columna no me voy a referir al monarca que le entregó la corona a su hijo, el actual Felipe VI. Mi objetivo es la autora de  Mon roi déchu (Mi rey caído) , libro que acaba de aparecer en francés y se publicará en castellano en abril de 2022. O más que la autora, mi objetivo es el padre de la autora. Pero, ¿por qué? La historiadora y escritora franco venezolana Laurence Debray es hija nada men

YA NO ES NOTICIA

  Lillian Calm escribe: “ Fue lanzada violentamente contra el pavimento, le pegaron con las cachas de las armas y luego le azotaron la espalda hasta que uno de ellos, el samaritano del grupo, no sé si compadecido o con la urgencia de la huida, le gritó a sus otros socios: ‘basta’. Ella recuerda a cinco antisociales. Las cámaras del lugar delatan a siete”. Eran las ocho de la noche de hace dos lunes. Mi amiga Beatriz Lambert Pereira, tras visitar a una sobrina enferma, enfiló por Américo Vespucio Norte y dobló por Francisco de Aguirre, en el preciso momento en que un automóvil le cerraba el paso por delante y otros dos la topaban por el lado y por la parte trasera de su Nissan Qashqai color gris. De pronto observó por el vidrio delantero cómo cinco pistolas la encañonaban. Inmóvil, no sé si en defensa propia o por terror, permaneció apenas unos segundos con la puerta herméticamente cerrada, pero ello duraría apenas un santiamén. Con la cacha de una de las pistolas, uno de sus asaltantes