ECOS DE LA LEY MALDITA

 

Lillian Calm escribe: “Hay casualidades (llamémoslas, mejor, curiosidades de la historia) que me desvelan y una de ellas tiene directa relación con ese espontáneo estallido social de 2019. ¿ Espontáneo?”.

Creo en las casualidades, pero naturalmente no en todas. Y menos cuando en hechos aparentemente fortuitos queda al descubierto una huella indeleble.

Debería escribir sobre el vandalismo y la delincuencia que enardecidos por la droga asolaron Chile el lunes pasado. Sin embargo prefiero remontarme a hace dos años. Hay casualidades (llamémoslas, mejor, curiosidades de la historia) que me desvelan y una de ellas tiene directa relación con ese espontáneo estallido social de 2019.

¿ Espontáneo? Lo sorprendente es que ese 18 de octubre de 2019, y en los días que siguieron, espontáneamente se incendiaron y destruyeron estaciones de metro (se atacaron 118 de las 136 que conforman la red), espontáneamente turbas enardecidas saquearon y robaron establecimientos comerciales en diferentes ciudades de Chile, espontáneamente ardió en llamas la casona de una universidad y el Museo Violeta Parra, y espontáneamente también se le prendió fuego solo en Santiago a tres iglesias -la de la Vera Cruz, la de la Asunción y la San Francisco de Borja (de los Carabineros)-, antiguos templos en un país que prácticamente carece de historia arquitectónica.

Y ni siquiera me referiré a las muertes… que también las hubo y las sigue habiendo.

Convencida de que no siempre se puede hablar de casualidades,

me llama la atención una intervención singular: el mismísimo 18 de octubre de 2019, el máximo dirigente del Partido Comunista, el diputado Guillermo Teillier, enfundado en su apariencia bonachona, a pesar de su permanente disposición a pasar oculto tuvo una intervención protagónica.

Él fue el primero en retar al Presidente de Chile para que renunciara y retrucó su bravata con un “si no tiene la capacidad de gobernar”.

Y agregó (recojo in extenso sus palabras publicadas entonces en el diario La Tercera): “El Presidente debe levantar el Estado de Emergencia ahora porque el pueblo ya no le cree. Tengo la impresión de que el pueblo no le tiene miedo, no le tiene miedo a la represión. Y esto puede todavía ser peor entonces. Entonces, si él está renunciando a gobernar, porque gobernar significa acoger las demandas de la ciudadanía, que para eso lo eligieron Presidente, y se escuda tras los militares, si no tiene capacidad de gobernar, lo mejor sería que renunciara y llamara a nuevas elecciones ahora y que el pueblo, con el sentimiento que tiene hoy día, elija a un nuevo gobernante, incluso a nuevos parlamentarios. Esa es la situación. Estamos en un momento de crisis compleja y debe, insistimos, debe revertir el alza de los pasajes”.

Y el alza de los pasajes se revirtió.

Entonces Teillier anunció que estaban trabajando en una acusación constitucional contra el Presidente Sebastián Piñera.

Como comprobamos, la historia es cíclica.

Me pregunto: ¿se eligió esa fecha porque sí para protagonizar el estallido (que por supuesto no tuvo nada de espontáneo) o era la tardía revancha de un día que el comunismo no puede olvidar: otro 18 de octubre?

Efectivamente, un 18 de octubre se promulgó la tildada popularmente como Ley Maldita. Fue en 1948.

Hay que retrotraerse al gobierno de Gabriel González Videla (1946-1952) que tengo muy presente porque leí hace muy poco el libro de su nieta, la escritora y periodista Ana Campos. Un libro que recomiendo y que si bien no está centrado en el abuelo, lo hace en la abuela. Una luz en la sombra o la apasionante historia de Miti Markmann devela también la historia política de su marido, el mandatario radical que en 1948 promulgó la Ley 8987, de Defensa Permanente de la Democracia.

Ese cuerpo legal que tuvo por finalidad proscribir la participación política del Partido Comunista de Chile fue publicado el 18 de octubre de 1948.

El historiador Gonzalo Vial explica que esa ley “no mató al Partido Comunista. Siguió existiendo y luchando, clandestinamente. Pero le costaría un cuarto de siglo reponerse de ella”.

Los años pasan. La historia se olvida. A diferencia de otros países, en Chile el Partido Comunista ha resurgido como pocos con militantes y candidatos de nuevas generaciones.

Y ahora, ya no clandestinamente, sino incluso con la fuerza que le dan las escuálidas pero decisivas preferencias de electores bien disciplinados que no dudan en levantarse para ir a votar, que no vacilan en no aprovechar ese domingo para irse a la playa o a la montaña o al lago, bien instruidos por el comunismo internacional amenazan nuevamente nuestra debilitada democracia chilena.

 

Post Scriptum: Otro ingrediente: este 18 de octubre fue la fecha elegida para fijar el inicio del debate constitucional de fondo que, para algunos, tiene su génesis en la violenta jornada del 18 de octubre de 2019.

Estos prolegómenos constitucionales, de un surrealismo que ni siquiera un García Márquez hubiera podido imaginar, borrarán para siempre la tradición eminentemente legalista de Chile. Y ello porque ya nunca más podremos remitirnos al marco de nuestra Constitución. Esta dejará de servir de referencia y bastará, para convertir en añicos sus normas, simplemente llamar una y otra vez a un plebiscito dirimente. Negro futuro.

 

Lillian Calm

Periodista

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