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Mostrando entradas de septiembre, 2020

AY… DE ALGUNAS METIDAS DE PATA

  Lillian Calm escribe: “Pienso que el Presidente no tuvo la culpa, sino que la culpa es absolutamente de aquel que le redactó el discurso, y si ha habido culpa presidencial esta se debe, quizás, a la elección y confianza que ha puesto en quienes lo asesoran y le redactan los discursos. No tienen prolijidad histórica alguna…”. No hay demasiado de que informar en los fines de semana largos y por eso el Presidente Sebastián Piñera le dio alpiste al canario al errar en un discurso precisamente cuando ya había disminuido el caudal noticioso. En la Escuela Militar (exactamente en el patio Alpatacal) y al conmemorarse el Día de las Glorias del Ejército, señaló que el coronel Pedro Lagos  entregó su propia vida en la toma del Morro de Arica. De inmediato los medios tildaron el infortunio como metida de pata o piñericosa, en buen chileno. Pienso que el Presidente no tuvo la culpa, sino que la culpa es absolutamente de aquel que le redactó el discurso, y si ha habido culpa presidencial esta se

PARELÉ

      Lillian Calm escribe: “Qué tiempos que yo no oía hablar de respeto. Quizás se nos ha olvidado hasta que existió y debe existir. Hay muchas definiciones de “respeto”, pero prefiero esta vez quedarme con la más breve que encontré, para así no cansar, y que viene a considerar  “los derechos de los demás y tratarlos con educación”. Hace unos días se produjo un suceso que prácticamente pasó inadvertido. Se informó someramente sobre él pero no en su verdadera trascendencia: un chileno se atrevió a hablar de respeto. Más aún, a pedir respeto. Qué tiempos que yo no oía hablar de respeto. Quizás se nos ha olvidado hasta que existió y debe existir. Hay muchas definiciones de “respeto”, pero prefiero esta vez quedarme con la más breve que encontré, para así no cansar, y que viene a considerar “los derechos de los demás y tratarlos con educación”. ¿Educación? ¿Qué era educación…?. Pero dejemos la educación para otra oportunidad y centrémonos en el respeto que se procura, al menos idealmente,

LA FALACIA DEL DIECIOCHO

      Lillian Calm escribe: “En realidad 1810 apenas marca el inicio de un proceso que de independentista tuvo harto poco.  Nos distanciamos de Pepe Botella (José Bonaparte), pero en un acto de solidaridad con el depuesto rey de España, Fernando VII, víctima de la invasión napoleónica. Me llama la atención y me respalda en mis argumentos leer libros referidos a ese episodio”. Me aterran los días del Dieciocho que se acercan. Y para qué decir el del famoso plebiscito. Una pandemia es una pandemia, y ya Chile cuenta con demasiadas muertes y, como anotaba en una columna anterior, esas muertes no son meras estadísticas sino que han sido hombres y mujeres que han tenido nombre y apellido, familia, ascendencia y descendencia, ilusiones, afectos e incluso planes para una vida que, al menos aquí en la Tierra, ya no va a ser. Como el país ha llegado a una polarización jamás vista, proponer la postergación del plebiscito (aunque de hecho en esa fecha habrá quizás que postergarlo) es hacerse acre

PARA LEER ANTES DEL PLEBISCITO

      Lillian Calm escribe: “ El autor de esta carta pastoral señala que ‘la decisión que cada uno debe asumir exige hacerse responsable de la misma ante Dios, la Patria y los conciudadanos. Toda frivolidad en las opciones y en las decisiones debe ser desterrada’. (Qué importante, pensé, es que alguien en nuestros tiempos se atreva a disparar contra la frivolidad)”. Quería, en vez de escribir una columna, presentar párrafos marcados de la reciente carta pastoral entregada por el obispo de San Bernardo, monseñor Juan Ignacio González Errázuriz. Con un plebiscito ad portas sus reflexiones no solo son necesarias sino más que orientadoras. Pero me di de bruces con una disyuntiva: al seleccionar algunos párrafos estaba reproduciendo la carta pastoral de pe a pa, íntegramente, porque todo me parecía de interés. Tuve que detenerme y dirimir: la transcribía entera o, lo que voy a hacer ahora, recomendaba a quienes reciban estas líneas que no dejen de leerla. Ya su título es sugerente: “Para ac