PARA LEER ANTES DEL PLEBISCITO

 


 

 


Lillian Calm escribe: “El autor de esta carta pastoral señala que ‘la decisión que cada uno debe asumir exige hacerse responsable de la misma ante Dios, la Patria y los conciudadanos. Toda frivolidad en las opciones y en las decisiones debe ser desterrada’. (Qué importante, pensé, es que alguien en nuestros tiempos se atreva a disparar contra la frivolidad)”.

Quería, en vez de escribir una columna, presentar párrafos marcados de la reciente carta pastoral entregada por el obispo de San Bernardo, monseñor Juan Ignacio González Errázuriz.

Con un plebiscito ad portas sus reflexiones no solo son necesarias sino más que orientadoras.

Pero me di de bruces con una disyuntiva: al seleccionar algunos párrafos estaba reproduciendo la carta pastoral de pe a pa, íntegramente, porque todo me parecía de interés. Tuve que detenerme y dirimir: la transcribía entera o, lo que voy a hacer ahora, recomendaba a quienes reciban estas líneas que no dejen de leerla. Ya su título es sugerente: “Para actuar en conciencia en las actuales decisiones cívicas”.

El autor de esta carta pastoral señala que “la decisión que cada uno debe asumir exige hacerse responsable de la misma ante Dios, la Patria y los conciudadanos. Toda frivolidad en las opciones y en las decisiones debe ser desterrada”.

(Qué importante, pensé, es que alguien en nuestros tiempos se atreva a disparar contra la frivolidad).

Monseñor González escribe: “En pleno respeto a las decisiones de cada uno de los fieles, entrego estos puntos de reflexión y discernimiento, para que cada uno actúe según los dictados de su propia conciencia. Una conciencia que, por nuestra realidad de hombres y mujeres pecadores, es siempre falible, puede errar, sea por una decisión propia, sea por ignorancia o inadvertencia. La bondad y la búsqueda de la verdad que anima a todas las personas y nos hace mujeres y hombres de Bien, -cuya máxima expresión es el seguimiento de Jesucristo- debe animar todas nuestras decisiones, también las que se refieren al bien común de nuestra Patria. Todo análisis de lo humano debe siempre partir de esta antropología cristiana verdadera”.

Pero más allá de lo que nos señala el propio obispo quiero destacar ahora algunas de las citas a las que recurre, tanto por su vigencia como por la trascendencia que tienen en nuestro Chile actual.

Comienza con una frase del padre Alberto Hurtado. De san Alberto Hurtado:

“La política tiene una función social. Y precisamente porque los políticos están más altamente colocados, porque tienen una labor directa, de ellos ha de venir al país un ejemplo de la moralidad privada y pública, de honradez, de sobriedad de vida, de trabajo, de consagración al bienestar nacional”.

Para pensarla y repensarla.

Pero luego me encontré con unas palabras del Papa Francisco contenidas en la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium y a las que alude monseñor González:

 “Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo. La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común. Tenemos que convencernos de que la caridad no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos. ¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire sus planes? Estoy convencido de que a partir de una apertura a la trascendencia podría formarse una nueva mentalidad política y económica que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social”.

El obispo titula el punto noveno de su carta pastoral como Los principios en los cuales un cristiano no puede ceder.

Aquí se remite al papa emérito Benedicto XVI, quien señala que hay “principios que no son negociables” y que un cristiano siempre debe tener en cuenta. Y los enumera. Ellos son:

  • “la protección de la vida en todas sus fases, desde el primer momento de su concepción hasta su muerte natural;
  • “el reconocimiento y promoción de la estructura natural de la familia, como una unión entre un hombre y una mujer basada en el matrimonio, y su defensa ante los intentos de hacer que sea jurídicamente equivalente a formas radicalmente diferentes de unión que en realidad la dañan y contribuyen a su desestabilización, oscureciendo su carácter particular y su papel social insustituible;
  • “la protección del derecho de los padres a educar a sus hijos”.

El obispo pregunta:  
“¿Si establecemos una nueva Constitución y en ella no se respetan o se da lugar a que no se respeten estos elementos esenciales, podrá un creyente dar su apoyo a ese cuerpo legal? ¿Continuarán existiendo las disposiciones legales sobre la defensa de la vida, la familia, la dignidad de las personas, etc.?”.

Y anota: “Cada uno debe llegar a su propia conclusión”. 


Hay muchísimo otros aspectos relevantes como, por ejemplo,  el punto titulado La libertad religiosa, un elemento esencial.  Pero a mí me bastan las citas anteriores a través de las cuales solo quiero invitar a leer in extenso este breve pero contundente documento que, tan a tiempo, entrega monseñor Juan Ignacio González Errázuriz.

 

 

Lillian Calm

Periodista

03-09-2020

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