PARELÉ

 


 

 

Lillian Calm escribe: “Qué tiempos que yo no oía hablar de respeto. Quizás se nos ha olvidado hasta que existió y debe existir. Hay muchas definiciones de “respeto”, pero prefiero esta vez quedarme con la más breve que encontré, para así no cansar, y que viene a considerar “los derechos de los demás y tratarlos con educación”.

Hace unos días se produjo un suceso que prácticamente pasó inadvertido. Se informó someramente sobre él pero no en su verdadera trascendencia: un chileno se atrevió a hablar de respeto. Más aún, a pedir respeto.

Qué tiempos que yo no oía hablar de respeto. Quizás se nos ha olvidado hasta que existió y debe existir.

Hay muchas definiciones de “respeto”, pero prefiero esta vez quedarme con la más breve que encontré, para así no cansar, y que viene a considerar “los derechos de los demás y tratarlos con educación”.

¿Educación? ¿Qué era educación…?.

Pero dejemos la educación para otra oportunidad y centrémonos en el respeto que se procura, al menos idealmente, inculcar desde que el niño es muy pequeño; y valgan para ello muchísimos cuentos infantiles e incluso historietas que resaltan ese valor ya en la primera edad.

Sucedió (y esto nada tiene de cuento infantil sino de mera realidad) hace solo unos días, al reunirse lacomisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento de la Cámara de Diputadas y Diputados (así se denomina ahora absurdamente) para discutir el proyecto de reforma constitucional que busca establecer por única vez (así está descrito), un impuesto al patrimonio de los calificados como “súper ricos” (sic), para financiar una renta básica de emergencia.

Algunos expertos fueron invitados a la primera sesión.

No los voy a nombrar a cada uno porque no viene al caso, pero entre ellos estaba el abogado constitucionalista Patricio Zapata, que puede mostrar un amplísimo curriculum vitae tanto profesional como universitario.

Asistió a la reunión de la entidad parlamentaria ya mencionada, donde -me imagino por observaciones suyas- se encontró con honorables con incapacidad de oír y desprecio por sus semejantes, en un lugar –digámoslo con todas sus letras- en que se ha perdido el respeto por las formas (ni siquiera voy a hablar aquí del fondo) y donde algunos de los invitantes, ya que ni siquiera se respetan a sí mismos, menos pueden respetar al invitado.

Por todo esto se duda de su capacidad de legislar pues muchos carecen de la preparación adecuada y llegan a ocupar un sillón en el Congreso por mero cuoteo político, sin considerar los requerimientos del país (pobre país).

Pensar que antes los parlamentarios eran, en su mayoría, verdaderos estadistas que pensaban en Chile y que en su mayoría contaban con la preparación adecuada para desempeñar sus responsabilidades.

Pero no más divagaciones y vamos a la reunión en que estuvo el constitucionalista Patricio Zapata. Tuve acceso a parte de la grabación, en que señala:

“Sería importante que se guardara la consideración debida a los invitados en el tono. Expresiones como ‘sincerar’ o derechamente despreciar o desdeñar el aporte que uno cree poder hacer, yo por lo menos no lo hago con los invitados en la Universidad. Puedo estar completamente equivocado o puede parecerle a algún honorable diputado absurdo lo que decimos. Somos invitados a entregar un aporte. Yo de verdad no estoy acostumbrado a que me imputen intenciones. Entonces yo pido, señor presidente, que se entienda que este invitado, este profesor universitario, PIDE RESPETO”.

La grabación que a la que accedí llegaba hasta ese punto, pero el diario “El Mercurio” reprodujo otras de las sentencias del abogado. Transcribo:

“Me ha parecido que, probablemente, el tipo de tono que hay entre los honorables diputados, que entiendo que es vivo, animado e intenso, no puede ser exactamente el mismo con los invitados…”.

El medio periodístico también anota:

“Tras el incidente, el abogado constitucionalista y militante de la Democracia Cristiana explicó que si bien ‘la mayoría de los miembros de la Comisión fue extraordinariamente respetuoso, desde Juan Antonio Coloma y Jorge Alessandri hasta Gabriel Boric y Camila Vallejo”, comentarios de los diputados Hugo Gutiérrez, Leonardo Soto y Pamela Jiles incomodaron a los invitados presentes”.

Y cita otras palabras del abogado Zapata:

“Soy una persona que respeta muchísimo nuestro Congreso y creo que en estos meses tan difíciles en general ha  cumplido un papel positivo”, pero “todos tenemos que ser extraordinariamente cuidadosos en proteger los espacios de diálogo, y la prepotencia, la ironía, la descalificación que parece que es tan difundida en Twitter, no debiera contaminar las conversaciones de los espacios republicanos”.

Contundente, preciso, necesario.

Pero debo admitir que en algo, en un solo punto, difiero del constitucionalista. Él dice: “Creo que (nuestro Congreso) en estos meses tan difíciles en general ha  cumplido un papel positivo”.

Al menos yo considero, y pienso que muchísimos conmigo, que el Congreso es y ha sido en estos meses la gran vergüenza nacional. Y si no, baste poner un solo ejemplo: la irracional catarata de acusaciones constitucionales, que en nada remedian las acuciantes y verdaderas necesidades del país.

 

 

Lillian Calm

Periodista

17-09-2020

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