REBECA MATTE DESDE EL FRONTIS DEL BELLAS ARTES

 

REBECA MATTE DESDE

EL  FRONTIS DEL BELLAS ARTES

 

Lillian Calm escribe: “No me detendré en la actual instalación (así parece que se llama) financiada con un premio Fondart  de $22.950.000 o 25 mil dólares. (En suma, platas del Gobierno y, ¿por qué no recordarlo?, de mis impuestos). Para subir el nivel, pienso que lo único que cabe es volver a hablar de Rebeca Matte, la autora de Unidos en la gloria y en la muerte” 

Fue tanta la perfección advertida por Miguel Ángel al concluir su Moisés, escultura concebida en su época madura, que al concluir la obra se dirigió al mármol en tono perentorio: ¿Por qué no me hablas?

No creo que haya sido el caso del chileno (no sé si será pintor o escultor, pero yo no lo había oído nombrar) que emplazó una papa (en todo caso, una papa grande) en el frontis del Palacio de Bellas Artes y, más encima, obstruyó así la contemplación de la magnífica obra artística de la tan ponderada nacional e internacionalmente Rebeca Matte.

Por lo demás… de original, nada: no es primera vez que se atenta contra Unidos en la gloria y en la muerte. Incluso fue averiada tras el paso de la Fórmula E por el sector (carrera autorizada en 2018 por la Intendencia de Santiago).

No me detendré en la actual instalación (así parece que se llama) financiada con un premio Fondart  de $22.950.000 o 25 mil dólares. (En suma, platas del Gobierno y, ¿por qué no recordarlo?, de mis impuestos).

Para subir el nivel, pienso que lo único que cabe es volver a hablar de Rebeca Matte, la autora de Unidos en la gloria y en la muerte.  

Bisnieta de Andrés Bello, humanista y primer rector de la Universidad de Chile, estudió en Francia donde su padre representaba a nuestro país. Con sus esculturas lograría importantes distinciones internacionales: Mención Honrosa en el Salón de París (1900), Primera Medalla en el Salón de Bellas Artes, Mención Honrosa en el Salón de París (1901), Tercera Medalla en la Exposición de Buffalo (EE.UU), Medalla única de la Academia de Bellas Artes de Florencia por la mejor escultura…

Incluso fue la primera extranjera y la primera mujer en ser designada Profesora Honoraria de la Academia de Bellas Artes de Florencia. Además, el Gobierno de Italia le solicitó una escultura para el Palacio Pitti, donde se exponen obras de Rafael, Leonardo, Tiziano y Miguel Ángel, en tanto que otra, La Guerra, se levantaría en un lugar de honor en el Palacio de La Paz, en La Haya, donde tiene su sede la Corte Internacional de Justicia. Obsequio del Gobierno de Chile, llegó a La Haya en el último tren de carga que corrió libremente en Europa, antes de la declaración de la Primera Guerra Mundial.

Recuerdo una conversación que tuve una tarde, hace ya décadas, muy cerca del Bellas Artes, en un departamento de la calle Ismael Valdés Vergara. Ahí una pariente cercanísima de la escultora, ahora también fallecida, me habló sobre ella y me facilitó documentos que me permitieron adentrarme mucho más en el alma de la artista. 

Recojo párrafos de un artículo mío publicado en 1978, es decir, hace casi medio siglo. Las páginas amarillentas me permiten evocar a una mujer que desde muy temprano, incluso antes de incursionar en el arte, comenzó a padecer la enfermedad pulmonar que terminaría con sus días, mal que le trasmitió a su única hija, Lily Íñiguez (autora de Páginas de un Diario, que refleja toda una época). Lily incluso murió antes que ella, en un sanatorio suizo.

Por su parte, la madre de la artista, Rebeca Bello, nunca le pudo dar a la escultora cariño maternal: enfermó después del parto (1875) de una amnesia profunda que la mantuvo fuera de toda realidad, lo que no impidió el cariño que a ella le profesó la hija. El padre, Augusto Matte Pérez, se volcó en la niña, mientras que la abuela materna, Rosario Reyes de Bello, la educó en su hogar, verdadero centro cultural de la época.

Tras la muerte de esa abuela materna, el padre, que representaba a Chile en Europa, se la llevó a vivir junto a él y la inscribió en 1890 en el colegio de Madame Mathieu, en París. Un día él le regaló una caja de plasticina (plastilina, según Academia de la Lengua) que ella moldeó entre sus manos y creó así una obra que Augusto Matte conservaría siempre. Esos inicios llevarían a hablar a quienes serían sus maestros de un genio maduro desde el comienzo.

Rebeca Matte ingresó a la gran Academia Julien y de esa primera época surgieron diversas obras. Su debilidad física no impidió que sus manos esculpieran –perdón, si la enumeración se hace larga- primero El Horacio, Encantamiento y Militza. Luego vendrían Cabeza de Bautista, Hamlet, Mi hija (obra inspirada en Lily), El Eco, Un Vencido, Crudo Invierno, Santa Teresa, Dolor (hoy en el Cementerio General), A los héroes de La Concepción (en la Alameda), Tristeza, Hacia la luz y tantas otras, entre las que está Unidos en la Gloria y en la Muerte.

Rebeca Matte viajó a Chile tras la muerte de Lily, después de lo cual nunca volvió a crear: se dedicaría a dar a conocer los escritos de la hija y a perpetuar su memoria. Pero regresó a Italia donde falleció en 1929, tres años después que ella. Recién en 1931 ancló en Valparaíso el vapor Virgilio, que repatrió a Chile los restos mortales de madre e hija.

Me temo que estos datos ya poco les interesen a los chilenos. Intuyo que el país está cambiando demasiado.

 

Lillian Calm

Periodista

11-01-2024

 

 BLOG: www.lilliancalm.com

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