EL “HIPERCONECTADOS” DE UN HIPERCONECTADO

 

EL “HIPERCONECTADOS”

DE UN HIPERCONECTADO

Lillian Calm escribe: “Este libro (dedicado a Marta) presenta en casi 250 páginas  distintos ángulos de esta hiperconexión en que nos hemos visto sumidos en el último tiempo. Incluso más desde que irrumpen las redes sociales. Su autor es periodista y como académico tiene 35 años de experiencia en el aula y en la investigación, tanto en el extranjero como en la Facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica. Es su especialidad”.

Si bien el título es originalísimo solo refleja el día a día en que estamos inmersos. En Hiperconectados (Editorial Forja), capítulo tras capítulo, el profesor Eduardo Arriagada va develando precisamente eso: es decir lo muy, lo demasiado, lo tan desmesuradamente conectados que estamos. ¿A qué? Al mundo digital, pero también al no digital.

Este libro (dedicado a Marta) presenta en casi 250 páginas  distintos ángulos de esta hiperconexión en que nos vemos sumidos en el último tiempo. Incluso más desde que irrumpen las redes sociales. 

Su autor es periodista y como académico cuenta con un bagaje de 35 años de experiencia en el aula y en la investigación, tanto en el extranjero como en la Facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica. Es su especialidad.

Por ejemplo, aborda la relación entre el tema y las llamadas “historias” (derivadas del storytelling digital) y el contagio en las redes sociales.

Leo “Se habla mucho de que las mentiras son más eficientes para moverse en las redes. Pero el éxito que algunas personalidades como Donald Trump y Jair Bolsonaro han obtenido en las redes, no es consecuencia de lo inverosímil de sus historias. Lo que permite que sus narraciones sean más contagiosas que otras es que precisamente ambos se preocupan de elegir historias que saben que movilizarán a determinados usuarios…”.

En este libro todo me interesó y mucho, pero reconozco que me quedé pegada en un capítulo que se titula Desinformación.

Se refiere a lo que subtitula como las siempre presentes mentiras. Y aborda la relación de estas con el periodismo, una profesión y un oficio que (aunque haya quienes frunzan el ceño) abomina de la mentira porque su esencia es precisamente la búsqueda de la verdad. O, al menos, acercarse cada vez más a la verdad. ¿Qué haríamos sin periodismo?

Reproduzco del libro un tema que me apasiona:

“En el periodismo todo pasa por la información y su veracidad; por eso se discute tanto por las palabras que se usan para describir la crisis que estamos viviendo”.

Advierte que “cuando se trabaja en torno a la verdad es lógico que la mentira sea una realidad permanente, aunque no es trivial distinguirla del error. Entre colegas, se asume la idea de la desinformación como la divulgación deliberada de información falsa o engañosa con el propósito de confundir a una audiencia para influir en sus opiniones o conducta. Generalmente se acude al término desinformación para diferenciarlo de información errónea, que es el resultado del trabajo informativo que dejó pasar una creencia incorrecta no deliberadamente fomentada”.

El autor admite que los periodistas sabíamos que este problema era muy anterior a las redes sociales… aunque estas mentiras aparezcan ahora. Y al ejemplificar no solo se queda en el periodismo. Stephan Zweig, autor de la biografía del francés Joseph Fouché (considerado fundador del espionaje moderno) describe a su personaje como  “el viejo fabricante de rumores, el eterno cazador de charlatanerías  y escándalos…”.

Y eso con mucha anterioridad a la existencia de las redes sociales, que vienen a ser el tema central de Eduardo Arriagada.

Escribe: “El fenómeno de la post verdad parece ser un descubrimiento reciente, pero es una historia vieja en el periodismo político, y responde principalmente a un desinterés en la verdadera transparencia”.

Habla de “fuerzas combinadas que han debilitado a los medios tradicionales. Hace un par de décadas disponen de menos ingresos, que se traducen en menos recursos para hacer buen periodismo…”.

Ahí está quizás la clave, la causa, o al menos una de ellas, de que a veces se eche tanto de menos ese buen periodismo (con excepciones, claro está), que ya fuera desde una página digital o un papel gris amarillento,  nos llevaba incluso a tratar de pensar. También a elucubrar.

 

Lillian Calm

Periodista

07-12-2023

 

 BLOG: www.lilliancalm.com

Entradas populares de este blog

AL LEER EL ALLENDE DE DANIEL MANSUY

LA ZAGA DE NILAHUE… Y TAMBIÉN DE LOS BARAONA