CANCILLERÍA: EL CASO GROSSMAN Y DEMASIADO MÁS

 

Lillian Calm escribe: “… la política exterior de Chile fue mi tema, nunca en el ejercicio diplomático pero siempre desde el periodismo. Conocí personalmente a sus cancilleres, uno por uno, y aunque a muchos les duela debo reconocer que incluso durante el gobierno militar hubo ministros de Relaciones Exteriores de primera que, como en gobiernos posteriores, pensaban y reflexionaban como canciller, se asesoraban como canciller, actuaban como canciller y, lo que no es menor, ellos y ella iban a las recepciones vestidos como cancilleres”.

Dejo la guinda de la torta para el final y comienzo por el principio: hace unos días recibí de una amiga abogado, ducha en importantes lides, un lacónico WhatsApp: “Estoy furiosa con lo de Grossman”. Y punto. Pero esa escueta frase dice mucho: refleja el estado de ánimo de quienes no solo entienden de gobernanza sino también de política exterior.

Por mi parte me intereso muchísimo en el caso, quizás porque durante décadas la política exterior de Chile fue mi tema, nunca en el ejercicio diplomático pero siempre desde el periodismo. Conocí personalmente a sus Cancilleres, uno por uno, y aunque a muchos les duela debo reconocer que incluso durante el gobierno militar hubo ministros de Relaciones Exteriores de primera que, como en gobiernos posteriores, pensaban y reflexionaban como canciller, se asesoraban como canciller, actuaban como canciller y, lo que no es menor, ellos y ella iban a las recepciones vestidos como cancilleres.

Abro El Mercurio y me doy de bruces con la columna del ex ministro de Relaciones Exteriores Hernán Felipe Errázuriz, una de las pocas que nunca dejo de leer. Pregunta:

“¿Qué sucede con la gestión de la política exterior del Gobierno?”. Y va enumerando desatino tras desatino: China, Brasil, Bolivia y lo que llama “el reciente acento en Mercosur, desintegrado internamente…”. Se explaya, por supuesto, en el caso Grossman que viene a subrayar el diletantismo de las autoridades de la Cancillería. Señala:

“Inexplicable es la negativa de apoyo del Gobierno al jurista Claudio Grossman para la candidatura a la Corte de La Haya. Se desconoció la transversalidad del respaldo nacional. Millones de chilenos lo conocieron por televisión, celebraron la cohesión nacional y sus exitosos alegatos que impidieron a Bolivia su reclamación sobre territorio nacional (hasta se mencionó Antofagasta). Además de prescindir de las opiniones de todos los ex cancilleres y personalidades de la academia y de la sociedad civil, se menospreciaron el potencial del impugnado candidato y la importancia para Chile de estar representado en el tribunal más importante de la tierra. El descargo oficial de la falta de preparación anticipada y recursos para una elección de esa envergadura, puede sugerir incapacidad de la Cancillería para reaccionar con agilidad ante emergencias imprevistas”.

Al mundo diplomático, ese que yo conocí y del cual quedan poquísimos representantes, más que destinos y prebendas les importaba Chile. Hoy está petrificado. Esa opinión pública informada y conocedora de las relaciones más allá de nuestras fronteras, también. Por eso bien dice el ex canciller Errázuriz al concluir: “¿A dónde vamos a llegar?, me preguntan. No lo sé y es de temer”.

 

GANAR LA COPA DEL MUNDO

Y ese “es de temer” es sin duda lo que llevó al embajador de carrera (en retiro) Cristián Maquieira, a escribir una carta abierta a la “estimada señora ministra”.

Explica que “con pena y rabia” ha recibido la decisión de la cancillería en lo referente a la candidatura a la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
Y detalla: “Pena porque si hay alguien en Chile que merece coronar su carrera como abogado internacional en la CIJ es Claudio Grossman, no solamente por sus condiciones personales y profesionales sino también como reconocimiento a los grandes servicios que le ha prestado al país en defensa de su territorio”.

Continúa:
“Con rabia porque contra la seguidilla de errores, grandes y pequeños,  y la falta de visión predominante en la política exterior desde marzo de este año no hay mucho que hacer. Las candidaturas a entidades internacionales requieren de un análisis delicado y sutil, en este caso inexistente pues no se puede acusar a la cancillería actual de sofisticación en su desempeño”.

Califica el comunicado de prensa de la Cancillería respecto de la candidatura de Grossman como “una vergüenza”. Señala que “le ‘cobra’ a Grossman el dispendio que ya se hizo en su anterior postulación y luego insinúa que no tendría votos suficientes para la elección al Consejo de Derechos Humanos, lo cual debe constituir una alegría inesperada para los otros países postulantes al mismo órgano. Ambas afirmaciones no debieron ser incluidas en el texto y hacerlo refleja un amateurismo inaceptable”.

El embajador Maquieira apela a la canciller Antonia Urrejola:
“Entiendo que más allá del genuino interés nacional por integrar el Consejo de Derechos Humanos, usted tenga por su trayectoria profesional una cierta inclinación por el tema lo que puede haber influido en su decisión de descartar la candidatura a la CIJ.  Ambas postulaciones -Consejo de Derechos Humanos y Corte Internacional de Justicia- son compatibles pues la primera es nacional mientras que la CIJ es personal, sin estar al mismo nivel. En términos futbolísticos, el Consejo de Derechos Humanos es participar en la Copa Libertadores de América mientras que elegir un juez a la Corte Internacional de Justicia es ganar la Copa del Mundo.  Las votaciones de países en estos casos no son alternativas sino coetáneas”.

Al referirse a los nombramientos en el exterior señala:

“Esta  determinación es una medalla adicional que viene a sumarse a designaciones que constituyen faltas de tacto -uno de los pilares de la diplomacia- y de respeto al país receptor como es el caso de nombrar como embajador en Brasil a un declarado opositor al presidente Bolsonaro, escoger un agregado cultural en España que es conocido por sus actividades en grupos separatistas catalanes, sin dejar de mencionar al subsecretario de relaciones económicas internacionales que parece gozar de soberanía propia y hace propuestas nacidas de su (errada) visión personal antes que del interés nacional”.

 

MINISTERIO GOLPEADO
Paz Zárate, electora de Boric, como ella misma se reconoce, es experta en Derecho Internacional y especialista en solución de conflictos. Dirige su carta abierta directamente al Presidente:

“El que los cargos ministeriales más importantes se hayan asignado a personas a las que les falta especialización en relaciones internacionales, y/o años de experiencia propios de los puestos senior, tiene consecuencias sistémicas”.

Luego considera: “La decisión en el caso Grossman es un buen ejemplo: existen deficiencias en lo jurídico; total falta de interés en el consenso (ignorando la unanimidad del comité a cargo de la nominación en cuestión, y la de todos los ex Cancilleres, que como regla sólo levantan la voz en temas absolutamente cruciales para el país); trato indigno (nulo contacto con Grossman hasta el momento de negarle el apoyo, y ‘cobranza pública’ de la anterior postulación); y falla comunicacional (la nota preparada para la prensa expone a Chile frente a otros países que postulan al Consejo de Derechos Humanos, al insinuar falta de fondos y de votos suficientes para la elección)”.

Agrega: “En resumen: Ministerio golpeado, por anuncio tardío y mal justificado, que evidencia debilidad estratégica, prioridades equivocadas, y encima ingratitud”.

 

“LA POLÉMICA NO HA LUGAR”

Fue nada menos que Su Excelencia, el Presidente de la República Gabriel Boric quien salió a defender la decisión de no respaldar la candidatura de Claudio Grossman como juez de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Para ello recurrió a una alabanciosa introducción: “…tengo una gran opinión de la trayectoria de Claudio Grossman, tiene todo mi respeto, etc, etc, etc". Pero aterrizó en que "él tiene un cargo que está vigente (es parte de la Comisión de Derecho Internacional) y por el cual los países votaron. Entonces, se ha planteado acá por parte de algunos sectores que se creen dueños de la cancillería que acá hay un veto a Claudio Grossman y eso no es cierto, cuenta con el respaldo para el cargo que fue electo”.

Caemos de nuevo en confundir, como dice el embajador Maquieira la Copa de las Américas con la del Mundo. Pero lo grave es que ahora la confusión viene del propio mandatario, que remató con “la polémica no ha lugar”.

 

EL PATO DE LA BODA

Le había puesto punto final a esta columna cuando recibí una circular de la Subsecretaría de Relaciones Exteriores número 197, con la firma de la titular Ximena Fuentes. Fue enviada el 1º de agosto de este año. Dato aparte, ella está casada con el ex convencionalista Fernando Atria, defensor incluso la plurinacionalidad en el proyecto de nueva Constitución.

El objetivo del documento es “trasmitir instrucciones de austeridad” y hace referencia a la Circular 004/202323del Gabinete Presidencial, que tiene fecha 25 de marzo de 2022.

Quienes no se han fijado en gastos en la campaña del Apruebo ordenan (es textual: “‘Los Ministerios y Servicios no podrán realizar celebraciones generales, ni aniversarios que impliquen desembolsar gasto fiscal’”. Por lo tanto se solicita a las y los jefes de Misión (las mayúsculas son mías) "ABSTENERSE DE REALIZAR CELEBRACIONES DE FIESTAS PATRIAS”. Reitero la firma: Ximena Fuentes Torrijo, Subsecretaria de Relaciones Exteriores.

Ella adujo en la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, a donde fue citada, que se trataba de un instructivo de 2019 y 2020. Pero, ¿no recuerda que entonces estábamos encerrados por la pandemia? ¿Por qué no se opuso a las directrices de gobiernos anteriores? ¿O no leyó lo que firmó y eso me da un solo escalofrío?

Más aún señaló que “este es un ejemplo de cómo a través de la prensa se está tratando de dañar la política exterior de Chile”.

Nuevamente la prensa es el pato de la boda. ¿Seremos nosotros, los periodistas, los que estamos dañando la política exterior de Chile?

 

Lillian Calm

Periodista

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