En pandemia, con una crisis económica progresiva y una clase política que hace agua, más un país en regresión, me convencí de que no todo está perdido. Que Chile tiene quien lo salva, esa es la palabra, en todas las batallas. Y para ello no hay sino que rememorar el amparo con que la Virgen del Carmen nos ha protegido durante nuestra historia patria.
No obstante ni siquiera se sabe a ciencia cierta desde cuando los fieles chilenos, y también, ¿por qué no decirlo?, algunos no fieles, comenzaron a implorar: “Virgen del Carmen, Reina de Chile, salva a tu pueblo que clama a ti”.
La Cofradía Nacional del Carmen encargó a Myriam Duchens, autora de La Virgen del Carmen en Chile: historia y devoción (un libro con ilustraciones maravillosas que, por si acaso, aclaro que no presto porque ya está agotado) una charla sobre el tema. Es decir, sobre la patrona de Chile “de la mano de nuestra historia”.
Entré al zoom y no me arrepentí. Fue no solo interesantísima sino tranquilizadora, que es lo que necesitamos en estos días y, como se comprende, no solo debido al Covid-19.
A través de la intervención de la historiadora fueron pasando diferentes episodios, comenzando por el Primer Libro de los Reyesque nos habla de esa pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que subía desde el mar, y que se observaba desde la cumbre del Monte Carmelo, mientras el profeta Elías rogaba a Dios que terminara una larga sequía.
En la nube que trajo una lluvia copiosa se ha visto a la Virgen María, que como escriben algunos autores “dando el Salvador al mundo, fue portadora del agua vivificante de la que estaba sedienta toda la humanidad”.
Y de ahí pasamos a la orden de los carmelitas y más tarde a su general, san Simón Stock, a las gracias especiales para quienes lleven el escapulario y, en fin, culminamos en Chile. Seguimos con los padres de nuestra Patria y la intervención de la Virgen del Carmen en sus triunfos y en el devenir del país.
Aprendí mucho. Aprendí historias que no conocía, como la de la Estampa Volada que da nombre a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, que se encuentra en calle Independencia.
Escribe Myriam Duchens en su libro: “Se cuenta que el 13 de octubre de 1786 un comerciante vendía estampas religiosas en la Plaza de Armas de Santiago. Entre ellas, tenía una que retrataba a la Virgen del Carmen, de unos 70 centímetros de alto por 40 de ancho. En un momento, súbitamente, esta escapó de las manos del comprador y comenzó a volar por los aires en circunstancias que no corría ninguna brisa de aire”.
Prosigue el relato:
“La imagen después de permanecer un tiempo suspendida sobre la cabeza de la gente comenzó a desplazarse en dirección al río Mapocho, siendo seguida por la muchedumbre que intentaba infructuosamente capturarla. Luego de cruzar el río, la estampa siguió moviéndose por los aires en dirección a la zona norte de la ciudad, deteniéndose en el populoso sector de la Cañadilla, en la actual avenida Independencia. En este lugar descendió suavemente a los pies de una mujer que en esos momentos enseñaba el catecismo a un grupo de niños”.
Quienes la habían seguido improvisaron ahí una cruz “ante la cual se colocó la estampa milagrosa”.
El lugar atrajo la piedad popular y ahí se construiría un templo que fue derribado por uno de nuestros tantos terremotos. Pero la iglesia sería reconstruida.
Hoy quizás necesitamos hechos sobrenaturales porque la humanidad sigue sedienta. Nuestro país sigue sediento. Ello a pesar de que quizás, desde lo Alto, ya se nos ha dado demasiado.
Releo la historia de la Estampa Volada.
Es para no creer… pero resulta que yo creo todo.
Ya no hay héroes de la Patria pero, sí, todavía tenemos Patria.
¿Por qué no va, la Virgen del Carmen, una vez más ahora, a salvarnos en esta nueva encrucijada?
Lillian Calm
Periodista
