EJEMPLO DESDE LAS TORRES DEL PAINE

 

Lillian Calm escribe: “…es una pregunta que me surge desde octubre pasado: ¿Por qué el resto del territorio no se preserva como las Torres del Paine?

Hay injusticias en la vida. Vivo en Santiago donde, ante mi sorpresa, el lumpen, la droga, la delincuencia, los grafitis y las barras bravas han hecho de pronto de las suyas. Los monumentos -no solo el del general Manuel Baquedano montado en su caballo Diamante- han sido expoliados sin misericordia.

Y otro tanto sucede en regiones. Es cuestión de ir a un rápido recorrido por la capital y por casi todo el territorio nacional salvo… las Torres del Paine.

Por periodismo y simplemente porque sí, he tenido la fortuna de haber ido ya tres veces a ese lugar maravilloso, y he estado allá con buen tiempo y menos buen tiempo, ya que he visto las torres semi ocultas y también en todo su esplendor. Vale la pena y está bien que sus guardianes sean muy celosos en preservar el parque.

Pero, y es una pregunta que me surge desde octubre pasado: ¿Por qué el resto del territorio no se preserva como las Torres del Paine?

He visto el centro de Santiago semi destruido y, también, otros barrios adyacentes. He estado, con muchísimo dolor, en iglesias profanadas, incendiadas, saqueadas y garabateadas, y nadie parece hacer nada. Es incluso como si un silencio cómplice lo permitiera.

Es que claro: son fechorías producidas en los días viernes (fridays por future), siguiendo la hoja de ruta que trazó la inefable Greta Thunberg y detrás de ella su padre, los ambientalistas fanáticos, las ongs, los organismos que se autodenominan en defensa de los derechos humanos y suma y sigue y sigue y sigue… Y esos, por supuesto,  tienen libertad de tránsito y, lo peor, de acción.

Pero ay de la italiana que a comienzos de este verano osó dibujar una piedra en el Parque Nacional Torres del Paine. Afortunadamente las autoridades de ese Parque y de la Región de Magallanes parece que a diferencia de las de la zona central, saben lo que tienen, lo que vale y lo que deben preservar, y rápidamente identificaron al grupo de europeos entre quienes se encontraba la hechora.

Y apareció un nuevo dibujo y lógico: las autoridades regionales le encargaron a la PDI que efectuara la pericia correspondiente para así, con los antecedentes que se recogieran, actuar, sancionar y luego prevenir nuevos rayados.

Pero, ¿y Santiago? ¿Y el resto de las ciudades chilenas? Cómo me gustaría que todo el país se convirtiera, si tuviéramos un poder mágico, en un gran Parque Torres del Paine, que fuera respetado y preservado en su historia y su presente, y donde se castigara a quienes singularmente al parecer viernes a viernes se sienten envalentonados para destruirlo todo, siguiendo los mandatos de la utilizada y no menos obcecada niña Greta.

 

Lillian Calm

Periodista

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