MÁS CHICKEN QUE DUCK

 

MÁS CHICKEN QUE DUCK

Lillian Calm escribe: “…tras un análisis político concienzudo, Chile fronteras adentro, me convenzo de que a La Moneda 2025 le compete más bien el pollo. Y, claro, también cojo. El término lame duck (antes de que surgiera el lame chicken, de cuya autoría me hago cargo) es un síndrome que tiene su historia”.

¿Por qué, me pregunto, magnificar las postrimerías del actual Gobierno evocando el síndrome del pato cojo, si apenas les da para pollo?  Pollo cojo y desplumado, a mayor abundamiento.

Me asesoré en la webdar de comer pato es más elegante que el pollo, porque el pato es considerado un manjar más exótico y asociado a ocasiones especiales, mientras que el pollo es un alimento común y más asequible (sic). 

Ergo, tras un análisis político concienzudo, Chile fronteras adentro, me convenzo de que a La Moneda 2025 le compete más bien el pollo. Y, claro, también cojo.

El término lame duck (antes de que surgiera el lame chicken, de cuya autoría me hago cargo) es un síndrome que tiene su historia. Tanto así que ya en octubre de 2023, cuando el actual Gobierno llevaba apenas un año y medio de ejercicio, el reputado Financial Times aludió, al mirar hacia Chile, al recurrente síndrome del pato cojo que suele aparecer… pero casi al término de los gobiernos.

El FT, como se le conoce, argüía al referirse a Boric, que se le han descarrilado sus planes en los 18 meses que lleva de una gestión envuelta en derrotas legislativas, escándalos de corrupción y la peor ola de criminalidad en décadas.

Seguimos en las mismas.

Pasó el tiempo y se plasmó el temor visionario de ese medio periodístico de origen británico, cuyo olfato solo puede compararse (al menos en esto) con el de su connacional y ya legendario personaje Sherlock Holmes.

En los años posteriores (y ahora precedentes) se siguió cojeando desde La Moneda y no solo con peligrosos réditos nacionales, sino además hacia afuera (aunque, al parecer, el mundo sigue girando y todavía no se ha dado bien cuenta de cómo andamos acá, por casa).

Un solo ejemplo: a Boric le ha dado por enderezar a Trump y ha decidido cantárselas claras. La primera vez fue nada menos que desde su gira a la India. Y surgió el más inesperado de los problemas: ni la Casa Blanca ni el Presidente de los Estados Unidos… se han dado por aludidos.

¿Hay un síntoma más que grave de que se cojea y, a veces, mucho? Hace un tiempo me referí en estas columnas al sentido de este término. Lo reitero: el lame duck (en nuestro caso el lame chicken) alude a gobiernos que al finalizar sus períodos comienzan a cojear y llegan renqueando hasta el final, con la consiguiente pérdida de influencia. Su preocupación es quien será elegido sucesor (a).

Claro que, además, hay otro punto de interés en esferas del ya no tan joven Frente Amplio: ¿qué organismo internacional podrá albergar a un cuarentón ex mandatario y catapultarlo desde San Miguel al mundo de los foros mundiales de influencia?

Pero sigamos con el término: originario del inglés: lame duck viene a ser falta de acción política. Dicen que nació en Estados Unidos para ironizar la actitud de un mandatario que no hacía sino… deambular. La expresión refleja a quien tiene mando, pero ya no autoridad.

El pato cojo no es capaz de seguir el ritmo de la bandada y se convierte en blanco de depredadores, han escrito por ahí.

Si bien su origen data de 1926 y se relacionaría con el ex Presidente Calvin Coolidge hay quienes se remontan, incluso, al período inmediatamente posterior al asesinato de Abraham Lincoln. Entonces el nuevo mandatario, Andrew Johnson, le habría espetado a uno de sus contendores que no quería gastar sus municiones en patos muertos (dead ducks). De ahí el término habría derivado en lame ducks (patos cojos), que incluso han sido ilustrados en caricaturas de época y que representaban a quienes ya nada tenían que hacer en el gobierno que un día comenzaron.

En suma, se trata de un mandatario a punto de dejar el cargo. A Boric, en lo internacional, apenas le queda un último discurso en Naciones Unidas y un poco más.

El diagnóstico de cojera, dicen, depende también del número de eventuales candidatos que estén ávidos de reemplazarlo.

En esta columna hemos resuelto otro dilema, al menos puertas adentro: pollo y no pato.

 
Lillian Calm

Periodista

11-09-2025

 

 BLOG: www.lilliancalm.com

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