Estas declaraciones son de marzo de 1986, es decir, de hace casi cuarenta años. Serio Onofre Jarpa (murió en 2020) había sido entonces, además de otros cargos, ministro del Interior e, incluso años antes, embajador en Argentina en plena mediación papal, país en que (lo vi con mis propios ojos, en muchos viajes de reporteo que hice a Buenos Aires) actuó con una diplomacia que ya se la quisieran muchos funcionarios de carrera.
Por fin había encontrado una pausa que le permitió regresar a sus añoradas tierras de Villa Alegre, pero decidió dejarlas y también postergar nuevamente un libro sobre el caballo chileno que proyectaba desde hacía tantos años. Quería formar ahora un frente unitario. La unidad para él era fundamental y, quizás, en eso precisamente consiste hoy, en un Chile tan dividido, la actualidad de estas declaraciones.
El pasado fin de semana, en mi interminable tarea de archivar recortes sueltos (lo que me entretiene muchísimo), me topé con declaraciones suyas que al parecer no han perdido actualidad. Pienso que son necesarias en este momento que estamos viviendo en Chile y, por eso, las reproduzco.
-Tengo una visión de conjunto del país. Este esquema de derecha, centro, izquierda… no corresponde a la realidad del pueblo de Chile. Eso puede ser de otra época, pero en este tiempo los chilenos de cualquier tendencia lo que quieren es que se solucionen los problemas concretos existentes. Esas soluciones deben aplicarse de acuerdo a la realidad de cada país. Las recetas sirven muy poco. Así, por ejemplo, las recetas de los Chicago pueden ser bien buenas en Estados Unidos, pero en Chile son bien malas.
-Nosotros no pretendemos seguir insistiendo en esta división de tres tercios del país, cediéndole el centro cómodamente a otros para situarnos en la derecha. ¿Por qué? No nos sentimos derecha en el sentido socioeconómico que se le da al término aquí en Chile. Somos clase media y constituimos un movimiento amplio, al igual que el Partido Nacional que siempre mantuvo un propósito unitario, integrador y no divisionista. No se trata de parcelar Chile en tres partes.
Y continuó:
-Hemos superado la etapa de los partidos políticos cerrados. Hay que hacer movimientos de opinión pública que sean abiertos. No se puede tener una actitud sectaria que estimule las diferencias; hay que trabajar sobre las coincidencias.
Le pregunté entonces si él no se consideraba de derecha y me contestó:
-Ése es un término que no corresponde ni a lo que pensamos ni a la realidad de Chile. ¿Qué se saca con trabajar para organizar un partido de derecha y tener el 20 por ciento de los votos? ¿Por qué no trabajamos mejor por un movimiento nacional amplio y alcanzamos más del 50 por ciento de los votos? Entonces estaremos dando una base firme a la democracia chilena.
Me dejó pensando.