ORDEN DE PARTIDO

 

ORDEN DE PARTIDO

Lillian Calm escribe: “Correligionarios de Jeannette incluso han tratado de hacerla pasar ahora como de centro. De centro izquierda. Y tienen razón: está en el centro, entre Lautaro y la Camila”.

Recuerdo como si fuera hoy esa entrevista que le hice. Más la forma, que el fondo. Su traje sastre de color oscuro, casi varonil y de confección austera, la avejentaba. A mi modo de ver, la senadora comunista Julieta Campusano representaba dos décadas más de las que debe haber tenido entonces. Y el moño hacía lo suyo. Decían, los malos, que su moño obedecía a una orden de partido, como las canas que emergían sin tintura, desordenadamente, desde su pelo oscuro. Sin duda, esas canas eran lo que más la avejentaba. También esa actitud suya por parecer distante.

No me ofreció asiento al verme llegar con mi grabadora (era de esas antiguas, grandes y pesadas, de otros tiempos), a pesar de que el encuentro estaba previsto con antelación.  Ni siquiera esbozó un atisbo de sonrisa al saludarme. Pensé que ese recibimiento, esa tosquedad, esa vestimenta y, por supuesto, siempre el moño también eran orden de partido.

Y mientras ella seguía impertérrita en su escaño en la sala del Senado (me refiero a la señorial sede del Congreso en Santiago, por supuesto), me senté en el escaño del lado. No sé si era lícito, pero la sesión acababa de terminar, los señores parlamentarios iban abandonando la sala y la grabadora me pesaba mucho. Ese escaño, lo más seguro, pertenecía a otro correligionario suyo. ¿Luis Corvalán?, ¿Volodia Teitelboim? Vaya uno a saber, a estas alturas.

Le hice preguntas y me las respondió con sequedad. Ya no recuerdo ni siquiera el tema. Busqué esa entrevista, pero no la hallé por parte alguna. Se debe haber traspapelado. Total, lo que me importa hoy es recordar la forma más que el fondo: la vestimenta, el moño, la orden de partido. Sin duda, hasta las directrices del Comité Central para recibir a una jovencísima periodista que, estaba claro, no era de sus filas.

Tras las décadas transcurridas, miro hacia atrás, bien atrás, y ella, Julieta Campusano, se me aparece incluso como una de las tantas protagonistas sacadas de las páginas de alguna novela rusa. De la Rusia soviética.

 

Gladys podía sonreír

Sería otra época muy distinta la de Gladys Marín. Claro: había transcurrido mucho bajo el puente y si hay algo que destacar es que ya le estaba permitido sonreír. El suyo era otro look totalmente opuesto. Vestía de colores variados. Estilo alternativo. No llevaba moño. Fue implacable en sus convicciones comunistas, pero sabía muy bien el cuándo y el con quién. Era juvenil, aunque pensara como pensaba. No solo fue parlamentaria. Fue presidenta y secretaria general del Partido Comunista, siempre fiel a Moscú. Y, también, a Cuba.

 

Era Boric

Cuando Boric y el Partido Comunista llegaron al poder, de la noche a la mañana atrás fueron quedando esas tenidas alternativas, y los chalecos multicolores tejidos con lanas gruesas. Ni hablar de los trajes sastre a lo Julieta Campusano.

Aparecieron unas niñas jóvenes que rompieron, al menos en apariencia, el esquema predeterminado de la hoz y el martillo. Guillermo Teillier y Lautaro Carmona aparecían como caciques ya mayores y un tanto anticuados.

Estas protagonistas procuraban mostrarse chic o soignée (una lo logró más que otras y, tras su postnatal, confirmó que retomará la vocería en la segunda semana de julio), pero la verdad es que todas han dado un salto en su apariencia (no así, aclaro, en su verdadero yo), desde que iban a las marchas hasta ahora.

Y como si la ordenanza fuera nada de overol ( over all), sino muy buena confección, las ex ministras comunistas empezaron a vestirse bien. O a tratar de vestirse bien. Si yo tuviera sentido del humor, diría que hasta fue una orden de partido.

 

Jeannette: pelo corto y visos

Una de esas es Jeannette Jara. Se cortó la larguísima melena que, al salir a marchar, llevaba sobre los hombros; recurrió a un estilista (así se dice) que la peinara y le hiciera visos y, por supuesto, se apertrechó de blazers de diseños casi perfectos, unos en tonos fuertes… pero la gracia está en que (seguro se asesora) siempre sabe cómo combinarlos. De cuando en cuando lleva un pañuelo y suele recurrir a un tono de rouge ad hoc para cada tenida. Es decir, siempre el complemento (así se habla en haute couture) necesario. Atrás quedó la polera del perro matapacos e incluso ella se manifestó arrepentida por haberla llevado.

Cuando las vemos, de la noche a la mañana, vistiendo bien o casi bien, se me hace difícil creer en la intransigencia, en la cerrazón, incluso en la lucha armada, esa que comandaba su líder y difunto ex presidente Guillermo Teillier bajo la chapa de Sebastián Larraín. Como jefe militar del Partido Comunista supervisaba las acciones del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

Pero no soy inocente. Sé que nada ha cambiado, a pesar de los blazers. La epopeya continúa: cuando murió Teillier le dejó las llaves del reino a Carmona, que no las ha querido soltar y quien si de algo no entiende es de haute couture. Pareciera realmente superado por estas compañeras que de alternativas aparentan no tener nada (no entiende que es solo táctica).  Ellas tampoco logran identificarse con él y su corriente ya vetusta.

Correligionarios de Jeannette incluso han tratado de hacerla pasar ahora como de centro. De centro izquierda. Y tienen razón: está en el centro, entre Lautaro y la Camila.

El monolítico Partido Comunista de otrora está dividido. Sus declaraciones y acciones, unas con rouge y otras sin, parecen chocar en una colectividad monolítica que ni siquiera piensa desde nuestras fronteras hacia adentro. Pero desde afuera, desde tierras foráneas, siempre hay alguien que manda. 

Las nuevas generaciones de chilenos no intuyen ni saben de órdenes de partido. Ni siquiera las creen, porque tampoco entienden de analogías, ni se han interesado por leer discursos pretéritos de mandatarios anteriores.

Para completar el cuadro, dentro del multifacético escenario de la izquierda en Chile 2025, es necesario considerar tres factores (entre muchísimos más, por cierto).

Primero: Electores que de ideologías y política saben bien poco, por no decir nada. Solo se abastecen de redes sociales.

Segundo: Boric, al parecer, ya no entiende casi nada de nada (por algo, en una singular jornada electoral, prefirió seguir de permiso postnatal y se prepara para no fallarle a la Cumbre de los BRICS, en Rio).

Y tercero: Michelle Bachelet, que a diferencia de Boric es la que entiende mucho, muchísimo de todo, es aclamada por Jara. Gracias Michelle por trazar el camino. La ex Presidenta, siempre ideologizada, puede aparecer como el alter ego de Jeannette. O viceversa. Eso está por verse.

 

Lillian Calm

Periodista

03-07-2025

 

 BLOG: www.lilliancalm.com

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