COMO EN LAS LADERAS DE JAPÓN

 

COMO EN LAS LADERAS DE JAPÓN

Lillian Calm escribe: “Oí, en las últimas horas, las declaraciones de una ministra que, pienso, no es mucho lo que debe haber leído. No pude llegar hasta el final de sus declaraciones porque de pronto mi mente se fue al Japón, pero sí recuerdo que busca fijar en Chile un plazo legal para la interrupción libre del embarazo en 14 semanas”.

Algunos leen poco. Pero, hace tan bien leer. Leer lo que vale la pena, por supuesto, lo que no siempre es fácil de discernir.

Oí, en las últimas horas, las declaraciones de una ministra que, pienso, no es mucho lo que debe haber leído. No pude llegar hasta el final de sus declaraciones porque de pronto mi mente se fue al Japón, pero sí recuerdo que busca fijar en Chile un plazo legal para la interrupción libre del embarazo en 14 semanas.

Curiosos los vaivenes de la memoria. Jamás he ido al Oriente, pero aterricé vertiginosamente en una de sus laderas. Más bien en uno de los capítulos del libro Los cerezos en flor, escrito por el español José Miguel Cejas. En sus páginas sobre Japón, este autor cita a Shoji Tateishi, pediatra que dirige una pequeña clínica en Kioto. Señala que allá, al igual que en las sociedades occidentales, hay médicos que cuando descubren una malformación en el niño por nacer, solo sugieren el aborto.

Y explica Tateishi: Esto no significa que todos los médicos japoneses sean abortistas, pero a muchos les faltan convicciones firmes…, y algunos piensan que el niño mientras permanece en el seno materno, no es un ser humano. Agrega que esto además de ser falso, se opone a nuestras raíces culturales, porque tanto el budismo como el sintoísmo consideran al ‘nasciturus’ -término latino que significa ‘(el que) va a nacer’- como un ser humano.

Luego le relata que cerca de su clínica, en una ladera, hay un templo budista que no es uno de esos lugares famosos que suelen visitar los turistas cuando vienen a Kioto. Es un lugar sencillo con cientos de imágenes pequeñitas. Estas estatuillas representan a los ‘niños de las aguas’, es decir, a los niños que fueron arrancados violentamente del seno materno por medio del aborto.

El pediatra japonés agrega que ahí acuden muchas mujeres jóvenes y mayores para procurar liberarse (nunca se consigue), por medio de la oración, del trauma psíquico de haber abortado.

En la entrada hay un cartel budista que les recuerda que deben pedir perdón y orar por esos niños a los que negaron la posibilidad de vivir, comenta.

Sigue un párrafo desgarrador: En otros templos, las mujeres inscriben sus nombres en las estatuillas (que representan a sus hijos abortados), las visten con ropas de bebé, y les llevan juguetes y dulces para intentar aliviar sus sufrimientos.

Esos son los sufrimientos de las madres, sufrimientos que nunca cicatrizan, dice Shoji Tateishi.

Es el llamado síndrome post-aborto.

Es imperativo que, en Chile, una ley de aborto como la que se propone deba incluir el presupuesto para adquirir un gran terreno, una ladera quizás, donde puedan levantarse cientos de imágenes pequeñitas. Esas estatuillas que representan a los ‘niños de las aguas’, es decir, a los niños que fueron arrancados violentamente del seno materno por medio del aborto.

Ahí, tal vez, sus madres podrán llevarles simbólicamente -porque esos seres irrepetibles ya no vivirán- globos, juguetes, dulces (como lo hacen en otros países) y, tal vez, ello les permita paliar aunque sea en una medida ínfima ese trauma post-aborto que las perseguirá por siempre… porque también esas madres de esos niños chilenos nunca encontrarán consuelo.

 

Lillian Calm

Periodista

29-05-2025

 

 BLOG: www.lilliancalm.com

Entradas populares de este blog

IGNORANCIA SUPINA

APAGÓN, SOLO UNA METÁFORA

LA ZAGA DE NILAHUE… Y TAMBIÉN DE LOS BARAONA