Lo entrevisté un año y un mes después de la firma del Tratado de Paz y Amistad con Argentina. Ya no estaba viajando tanto entre Chile y Roma, sino asentado, si puede decirse así, en el noveno piso de un antiguo edificio del Barrio Cívico. El general Ernesto Videla, quien había sido subsecretario de Relaciones Exteriores y jefe de la Oficina de Mediación, había asumido un nuevo cargo. Me advirtió, sonriendo, que el título era muy largo: secretario ejecutivo de Cooperación Económica e Integración Física con Argentina… y que se constituyó dando cumplimiento al propio Tratado.
Han transcurrido cuarenta años de paz.
Ernesto Videla ya no está con nosotros. Murió en 2013, como también ya ha sucedido con otros actores clave de esa mediación papal, camino hacia el Tratado que evitó una guerra con Argentina. Hay que recordar al mediador propiamente tal, el Papa Juan Pablo II; a su representante, el cardenal Antonio Samoré y a tantos otros.
Por eso quiero reproducir solo algunas partes de esa larguísima entrevista que le hice a Ernesto Videla, y que fue publicada en dos páginas del diario La Segunda, el 24 de diciembre de 1985.
-¿Esta etapa se caracteriza por la confianza o por la susceptibilidad?
-Yo diría que la gran tarea que tenemos que emprender chilenos y argentinos -y esto es aplicable a todo el ámbito de las relaciones entre los dos países- es que de una vez por todas rompamos el signo de la desconfianza. Este ha pesado en forma muy negativa y por eso hemos atravesado por situaciones tan difíciles en el pasado.
-¿Es una desconfianza de lado y lado?
-Sí. De lado y lado, y no lo estoy diciendo en un plan teórico sino con un sentido muy práctico. Tengo experiencia, pues estoy dando a conocer el Tratado. Me he empeñado especialmente en ir a los colegios que lo solicitan y en ellos he podido palpar lo que pensaba: que ya en la juventud se da este recelo.
Y agregó: -Le pido a los alumnos que si alguno tiene una duda, que pregunte; y resulta que antes de empezar a explicar el Tratado uno ya tiene una mano en alto. Les digo: “¿qué quieren preguntar si aún no comienzo a explicar el Tratado?”, y me responden: “yo quiero saber qué es lo que perdió Chile”.
- ¿Qué contesta usted cuando le preguntan lo “qué perdió Chile”?
- Chile ganó la paz y el entendimiento con un país vecino. No es posible mirar un Tratado de esta naturaleza como una transacción comercial. Esta es una transacción jurídica y se define como la voluntad de transar de las partes. Hay que mirarlo como un conjunto. Por eso se llama un Tratado de Paz y Amistad, y no un Tratado de Límites. El problema de límites pasa a ser un elemento importante, pero más importante es el encuentro al que pudieron arribar los dos países.
- ¿Qué es lo que más le costó a Chile transar o ceder?
-No sé. No es que no me guste hablar de ceder o no… El ceder hay que tomarlo en función de algún punto máximo. Si yo voy a vender algo en 100 y lo vendo en 90, perdí 10; pero las cosas que se estaban discutiendo no eran medibles en esos términos. Por eso digo que no puede hablarse como si se tratara de una transacción comercial.
Luego comentó: -Había un conjunto de elementos y era necesario llegar a un acuerdo. Qué poco se escucha del valor que se le da al hecho que hayamos podido arribar a este acuerdo. La gente no sabe que no existía una obligación y que Argentina no quería tener un sistema preestablecido. Sin embargo se avino también, pensando en que para la estabilidad de la relación entre los dos países era conveniente tenerlo. Eso estaba dentro del conjunto de elementos que se estaban negociando.
-Pero históricamente, cuando Chile “perdió” (por decirlo así) la Patagonia, ¿se puede concluir que también en esa oportunidad ganó la paz? ¿O hay cesiones que en la realidad resultan más fuertes que otras?
- El Tratado de 1881 también habla de una transacción. Como lo dice el Laudo Arbitral, las partes lograron lo que más ansiaban. Para Chile era fundamental el Estrecho de Magallanes y eso fue lo que logró. El Tratado fue Estrecho de Magallanes versus Patagonia. Pero incluso así -y con miedo a recibir la crítica de muchos historiadores- había títulos de ambas partes en la disputa de 1881. Yo no quiero abrir una discusión, pero resulta que nosotros tomamos las cosas muy a fardo cerrado: “Chile perdió la Patagonia”, “Chile era dueño de la Patagonia y se la llevó Argentina”. No. Había muchos intereses y esa negociación fue muy compleja. La historia hace, a veces, perder la perspectiva del momento.
Y agregó: -El Estrecho de Magallanes sigue siendo de vital importancia, pero en ese tiempo era la única vía que existía entre el Pacífico y el Atlántico. Se pueden considerar eventuales circunstancias del futuro, pero hay que analizar la realizad del momento y ahí es donde hay que asumir una responsabilidad histórica.
Enfatizó: -El pasado no lo podemos dejar nunca de lado, pero debemos estudiarlo positivamente… y no recordar, por ejemplo, los momentos de tensión de 1978, para que sintamos cada día más rabia o indignación por lo que sucedió. ¿Qué fue una estupidez? Fue una estupidez, pero aprendamos que fue una estupidez y no se puede volver a repetir. Y para ello hoy día hay que llevar a la práctica, con hechos muy reales y muy concretos, esto sobre lo cual siempre hablamos y que es la construcción de la paz. “Hay que construir la paz”…
-…“Hay que construir la paz”, pero la paz no se construye solamente diciendo que hay que construirla. Hay que ver la forma de ir tejiendo intereses entre los países. Yo no digo que la cosa sea fácil. Va a ser difícil, porque es muy compleja y porque es a largo plazo. Hay que esperar que pase el tiempo, pero empeñados en que debemos trabajar insistentemente en esto. Aquí esta, a mi juicio, lo más importante.