EMBAJADORES A LA CARRERA

 

EMBAJADORES A LA CARRERA

 

Lillian Calm escribe: “Vamos y vamos designando embajadores de fuera, que del Servicio Exterior saben poco o nada. Con excepciones, claro está. Pero las excepciones son una que otra: un José Antonio Viera Gallo, ¿y cuántos más? Diplomático de carrera no es simplemente quien ha sido embajador anteriormente o se ha dedicado a las relaciones internacionales”.

Si algo tiene de positivo haber afirmado al embajador Javier Velasco en Madrid es que si hubiera sido repatriado habría aumentado la cesantía en Chile. Oí, por ahí, que a pesar de su último o penúltimo incidente ahora estaría trabajando mejor, pero el tema es que la Cancillería no debe enviar representantes (por decisión del Presidente, claro está) como quien matricula a un hijo en un finishing school (ahí enseñan hasta a tomar bien el tenedor).

Vamos y vamos designando embajadores  de fuera, que del Servicio Exterior saben poco o nada. Con excepciones, claro está. Pero las excepciones son una que otra: un José Antonio Viera Gallo, ¿y cuántos más?

Diplomático de carrera no es simplemente quien ha sido embajador anteriormente o se ha dedicado a las relaciones internacionales. Diplomático de carrera (y no a la carrera) es el que ha seguido esa carrera desde el último grado del escalafón de la Cancillería; quien ha ingresado a la Academia Diplomática Andrés Bello y, luego, ha servido desde tercer secretario.

Reconozco: no todos los verdaderos diplomáticos aprenden a cabalidad lo que les enseña en ese recorrido, pero todos saben de práctica diplomática y, sobre todo, son  bien recibido entre sus pares, acreditados como ellos en un determinado destino. Eso es clave si se quiere estar bien informado.

Me temo -y siempre lo ha sido- que la designación de diletantes sea en extremo peligrosa. Suelen ser amigos de las autoridades de turno, que los acreditan en pago de servicios prestados pero no para prestar servicios. ¿Qué fue, por ejemplo, del embajador de Chile en Brasil, Sebastián Depolo, también amigo personal de Boric? Una incógnita.

De Javier Velasco hemos sabido más. Hay antecedentes que no queremos volver a recordar (baste su ausencia de la recepción de fin de año, ofrecida por el Rey Felipe VI al Cuerpo Diplomático); y, ahora, precisamente cuando el Presidente viajó a Europa, él no encontró nada mejor que invitar a España a proveer de armas a Chile ( es una oportunidad para otros socios), ante la crisis por la que atraviesa Israel.

De todo ese episodio (la metida de pata, la salvada del embajador…), lo que más me ha llamado la atención ha sido la reacción de la ministra secretaria general de Gobierno, la inefable Camila Vallejo. Cuando el canciller en forma lacónica dio por confirmado al embajador que estaba entre las cuerdas, ante los comentarios surgidos ella declaró:

Me parece una falta de respeto a un canciller de larga trayectoria que no toma decisiones en función de relaciones de amistad , nunca lo ha hecho y nunca lo hará, y bastaría sólo con conocerlo a él un poco más, su trayectoria diplomática, su profesionalismo, para descartar inmediatamente algún sesgo de ese tipo.

Hasta me convenció durante un rato, pero… muy luego sucedió lo de Diosdado Cabello, el venezolano que llamó bobo al Presidente de la República de Chile. Entonces la ministra comunista, la vocera, guardó un profundo silencio. La respuesta tuvo que venir, en esa oportunidad, de otras esferas de Palacio.

Siempre he pensado que si hay algo en que difieren los comunistas del ser humano común y corriente, es en su visión sobre política exterior. Hay muchas otras materias, claro está, pero este silencio ante Diosdado me impresionó mucho. 

 

Lillian Calm

Periodista

27-06-2024

 

 BLOG: www.lilliancalm.com

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