Si se requiere protagonismo, por lo menos este debe ser original. Es lo mínimo. Entiendo que los parlamentarios, muchos atravesando hoy día por un halo de desprestigio, busquen desesperadamente su cuota de notoriedad, por lo menos para apaciguar a sus propios electores. Pero para ello no estaría de más conocer algo de lo que ha sido la historia del día a día de su propio lugar de trabajo: en este caso, del Congreso Nacional. Los franceses hablan de la petite histoire.
La diputada Maite Orsini, parlamentaria de la inefable Revolución Democrática, ingresó con un gato pequeño a la sala de sesiones. Aunque discretos, los maullidos no tardaron en escucharse.
Para hacer el cuento corto, la honorable habría explicado que se lo había encontrado y me parece que también agregó que buscaba darlo en adopción. De inmediato, el diputado UDI Juan Antonio Coloma pidió que se retirara al animalito de la sala, aunque en los tiempos que corren aclaró con toda razón:
-Sé que es más propio no decir nada.
¿Originalidad? Escasa. No es primera vez que un mamífero de cuatro patas entra a la Sala de la Cámara de Diputados. Existe un precedente que presencié personalmente, claro que entonces la honorable diputada Orsini ni siquiera había nacido. Fue hace muchísimo tiempo… incluso en una época en que, sin complejo alguno, todos los parlamentarios hombres llevaban corbata.
Recuerdo en forma muy vívida que a fines de la década de los ‘60 o, quizás, muy a principios de los ‘70, asumieron la mesa de la Cámara de Diputados tres correligionarios de un mismo partido político que, estoy casi segura, era el Partido Radical. Sus adversarios apodaron a esos parlamentarios, sin más, los tres chanchitos.
La coyuntura nacional llevó a que en un momento dado alguien, con más mofa que respeto por las instituciones (como acaba de suceder en el caso del gato y de la diputada Orsini), soltara tres chanchitos de verdad en el Congreso Nacional, que corrieron (me parece que la alfombra era roja) tal como si estuvieran a campo traviesa.
No sé si ahora hay falta de imaginación de parte la honorable… o simplemente desconocimiento de los pormenores históricos de la institución a la que pertenece. Esos marranitos antecedieron por décadas a su aterrado gato.
Lillian Calm
Periodista
14-09-2023
BLOG: www.lilliancalm.com