SALOMÓN, EL JOVEN

 

SALOMÓN, EL JOVEN

 

Lillian Calm escribe: “¿A qué voy? A que haya que remontarse tantísimo, nada menos que al Antiguo Testamento, para encontrar a un gobernante que al suceder a su padre, David, y asumir el trono de Israel reconozca: yo soy un muchacho joven y no sé por dónde empezar y terminar”.

¿Cuál va a ser el tema de mi próxima columna? Esa es una pregunta que, semana a semana, ni yo misma me sé responder, hasta que de pronto ya ni siquiera me planteó la menor duda.

Aunque este no sea un texto litúrgico (por el contrario)  tengo que reconocer que pegué un verdadero brinco, en la misa del domingo, al oír unos versículos bíblicos del Primer libro de los Reyes (3,5.7-12).
En aquellos días, el Señor se apareció de noche en sueños a Salomón y le dijo: Pídeme lo que deseas que te dé.

El joven Salomón respondió: Señor, mi Dios, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho joven y no sé por dónde empezar y terminar.

Continúa Salomón : Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?.

Y este  muchacho, a quien se le ha conferido la misión nada menos que de gobernar, es acogido:
Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.

Recordemos que Salomón, el joven, fue un rey sabio que incluso propició la paz con sus vecinos. Como sigue la historia, eso ya es harina de otro costal.

¿A qué voy?

A que haya que remontarse tantísimo, nada menos que al Antiguo Testamento, para encontrar a un gobernante que al suceder a su padre, David, y asumir el trono de Israel reconozca: yo soy un muchacho joven y no sé por dónde empezar y terminar.

 Esa es la sabiduría del joven gobernante que destaca, sobre todo ahora que nos encontramos en un mundo de sabelotodos. O de algunos sabelotodos.

Ese muchacho y rey toma conciencia de que se encuentra a la cabeza de un pueblo inmenso, incontable, innumerable.

Salomón nació mil años antes de Cristo. A estas alturas de la historia de la humanidad, y con ese antecedente cronológico y muchos otros, ya parece no tener gracia ser tan joven y asumir un cargo de tal envergadura. Lo que sí tiene gracia, y mucha, es saber por dónde empezar y por donde terminar, como señala el texto bíblico.

Cuando Gabriel Boric fue elegido Presidente de Chile, medios periodísticos tanto nacionales como extranjeros se fijaron en la edad. Incluso la BBC. Lo calificaron, entonces, como el mandatario más joven del mundo, con 35 años, aunque dos años antes había sido elegida la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, con 34 años (que debió renunciar este año 2023 cuando su facción, la socialdemocracia, perdió las elecciones).

Casos hay variados y disímiles. Un Emmanuel Macron se convirtió en el mandatario más joven en la historia de Francia, a sus 39 años. Hay otros ejemplos en Nueva Zelandia, Noruega… y no nos olvidemos de Nayib Armando Bukele, en El Salvador, quien asumió a los 37 años.

Pero reconozco que no es la edad la que va a determinar la sabiduría, aunque la experiencia pueda incidir en la mayoría de los casos. El tema es cómo se gobierne y, si no, miremos hacia Vladimir Putin o a su satélite Luiz Inácio Lula da Silva, con 70 y 77 años.

El tema de fondo es que ni la ancianidad equivale a ser mete pata, ni la juventud anda siempre de la mano con la sensatez.

Quizás lo único importante, y nos lo dice el Primer Libro de Los Reyes, que nos trae uno de los más antiguos textos bíblicos, es determinar si se quiere o no ser como Salomón: un muchacho joven que no sabe por dónde empezar y terminar… pero que no solo lo reconoce sino, además, tiene  un corazón dócil para gobernar, y saber discernir el mal del bien.

 

Lillian Calm

Periodista

03-08-2023

 

 BLOG: www.lilliancalm.com

Entradas populares de este blog

AL LEER EL ALLENDE DE DANIEL MANSUY

LA ZAGA DE NILAHUE… Y TAMBIÉN DE LOS BARAONA

EL “HIPERCONECTADOS” DE UN HIPERCONECTADO