No sé qué me ha dado últimamente por comenzar algunas columnas con definiciones de palabras, aunque por supuesto siempre según el Diccionario de la Real Academia Española.
Ahora busqué maleficio y encontré dos acepciones:
- Conjunto de brebajes, remedios, fórmulas y acciones de .
magia o hechicería que se dan, se dicen o se realizan para causar un daño.
“la bruja mezcló unas hierbas e invocó al demonio con palabras extrañas para hacer el maleficio que convertiría al príncipe en rana”.
- Daño provocado por estas prácticas de magia o hechicería.
“su cuerpo sudoroso se agitaba dolorosamente, preso de un misterioso maleficio”.
Al parecer no me sirven, porque no creo en maleficios ni brebajes, ni tampoco en muchas otras vibras que andan deambulando por ahí.
En todo caso no sé si maleficio es la palabra que mejor se adecúa para explicar la tenebrosa marea que día tras día, semana a semana, acecha al Gobierno. Por ahora, Gabriel Boric trata de remar alejado del deplorable desaguisado (palabra benévola) de tantos asalariados del oficialismo, que desde organizaciones truchas y algunas menos truchas, y para beneficiar su propio peculio o el de sus ideologías, han protagonizado uno de los más vergonzosos escándalos montados por funcionarios afines al actual Ejecutivo. Una bola de nieve que crece y crece, y no parece que vaya a detenerse.
Alguien que ve debajo del agua, incluso días antes de que estallara este último escándalo, me comentó:
-Pareciera haber algún maleficio: cada vez que el Presidente se traslada o pretende ir a su tierra natal, Punta Arenas, sencillamente queda la crema.
(Pensé: y en estos últimos días ha quedado tal crema que ya ni siquiera es tema la guagua -y no solo una- que murió por desidia de autoridades sanitarias; pero esa sigue siendo una tragedia que, para ponerlo en sencillo, simplemente clama al Cielo).
Mi interlocutor siguió dándole vueltas al sino del mandatario y argumentó:
-En el verano tuvo que devolverse desde Punta Arenas porque gran parte del país estaba literalmente en llamas. Recién, en una gira a la Antártica, no pudo pasar el resto de ese fin de semana en Magallanes porque eran demasiadas las regiones del país anegadas por el temporal. Como para pensar en un maleficio…
Recordé, pero solo para mis adentros, que para las elecciones de consejeros constitucionales, el 7 de mayo, día en que recibió una fuerte paliza de la ciudadanía, el mandatario también en Punta Arenas quedó atascado en un tobogán tras lanzarse, cual niño, en la plaza Progreso situada en la Costanera. ¿Será que el tobogán desconoció la prosapia magallánica del usuario? ¿O le quiso recordar, quizás, que ya no estaba en forma? ¿Efecto de otro maleficio?
Todo esto lo digo sotto voce y no por temor a que la ministra Camila Vallejo -ahhh y, también, la ministra de Ciencia… (perdón, esta última casi se me olvidaba)- me aplique la censura periodística con que nos amenaza, a través de la inefable Comisión Ministerial Asesora contra la Desinformación, sino simplemente porque estas circunstancias (tobogán y demases) me dan un poco de vergüenza ajena.
Quizás el17 de diciembre (plebiscito de salida) le convendría a Boric votar en Santiago y olvidarse de viajar una vez más a sus tierras, con el gasto que ello conlleva. Pero para eso tal vez sería necesario que solicite ya su cambio de domicilio electoral. Tiene que apurarse porque, me parece, el cierre del plazo es el 29 de julio.
Por lo demás, no es un trámite difícil. Se puede realizar en línea mediante Clave Única y de forma presencial en las direcciones regionales del Servicio Electoral, como también en oficinas de Chile Atiende. Además, si actualiza su cédula de identidad tiene la posibilidad de indicar también el cambio de domicilio electoral.
Puras facilidades.
En todo caso le deseo que en su próxima gira a Europa le vaya mucho mejor que en sus acontecidos viajes a Punta Arenas. Y, para qué decir, mucho mejor que con sus correligionarios del Frente Amplio. Otrora, correligionarios del alma.
Lillian Calm
Periodista
06-07-2023
BLOG: www.lilliancalm.com
