“Debido a que hubo desprolijidades en la ejecución de mi decisión de conceder indultos, y considerando además la necesidad de fortalecer la gestión política del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, he decidido aceptar la renuncia de Marcela Ríos Tobar, a dicha cartera”,
Esa sentencia lapidaria pronunciada por el Presidente Gabriel Boric ya vaticinaba un annus horribilis, esta vez no para la reina Isabel de Inglaterra, sino para nuestro criollo mandatario. Y la enunció cuando se iniciaba 2023.
Si no le tuviera el respeto que me merece la institución de la Presidencia de la República de Chile tendría que anotar, aquí, que esa fue una metida de pata no menor, sino de las grandes. Mejor dicho, una metida de pata más pero contundente.
Recién esta semana debía decidirse la suerte del chivo expiatorio presidencial: la de la entonces ministra de Justicia, Marcela Ríos.
Pero más allá del protagonista (el Presidente) y del personaje secundario de la trama (la ex ministra), es interesante analizar el vocablo. Si bien todos entendemos lo que significa una desprolijidad, y todos sabemos que el tema indultos fue muchísimo más que una sola y soberana desprolijidad, me zambullí en diccionarios y gramáticas para conocer y dar a conocer su verdadero sentido.
Dejo para otra oportunidad, a pesar de que no sé si me dará el tiempo, la búsqueda del término millenial. No de su significado que, a estas alturas, ya todos lo pispamos, sino más bien de sus cualidades o no cualidades, para así concluir si tener un mandatario millenial es lo mejor o lo peor que nos puede haber pasado.
Otra millenial, la inefable Vallejo (Camila Vallejo, ministra secretaria general de Gobierno, comunista de partido), salió a explicar lo inexplicable y hubiera sido mejor que se quedara callada, pero… no le podemos echar la culpa de todo esto a los millenials. Los hay brillantes.
Según la RAE (Real Academia Española) desprolijidad es descuido o falta de esmero.
Un momento: no es culpa de la RAE que el significado de la palabra sea casi benigno para el caso y no se ajuste para nada a los indultos chilensis, que constituyen una de las más grandes manchas del Gobierno de Boric. Lo que sucede es que un indulto es algo muy serio y no puede obedecer a un descuido o falta de esmero, sobre todo como en estos casos en que se otorgaron indultos que claman al Cielo.
¿Otra acepción de desprolijidad? El diccionario Panhispánico define el vocablo como irregularidad cometida en la gestión de la administración pública o privada. Ya. Esa frase actúa como boomerang en relación a las palabras del mandatario, ya que quien indulta es el Presidente y no sus ministros.
¿No es complicado, por decir lo menos, tener a un mandatario que cae en descuidos o faltas de esmero?
En la malhadada frase presidencial, pienso, no se recurrió al término correcto para referirse a la ex ministra de Justicia Marcela Ríos. La máxima autoridad no utilizó bien el vocablo: no debió decir desprolijidad. Lo correcto, lo veraz, habría sido hablar de pato de la boda.
Lillian Calm
Periodista