EL ALMA DE GORBACHOV

 

Lillian Calm escribe: “’Aquella misma noche, durante la comida, el Papa Juan Pablo II le comentó a Navarro Valls: ‘Es un hombre de principios’, y el vocero ‘con gran curiosidad’ le preguntó qué significaba ser de principios”.

Mucho, muchísimo ha aparecido en los medios informativos del mundo por la muerte del otrora máximo líder soviético Mijail Gorbachov. Pero no todo. Eso me llevó a hurgar en las páginas de dos libros que, en su momento, me proporcionaron una perspectiva invaluable.

Uno fue editado en 2007 ( Una vida con Karol, que no es sino una conversación del periodista Gian Franco Svidercoschi con quien fuera durante más de cuarenta años el secretario personal de San Juan Pablo II: monseñor Stanislao Dziwisz). El otro libro apareció tres años después: Recuerdos y Reflexiones. Su autor es quien había sido el vocero del mismo pontífice: Joaquín Navarro-Valls. En las páginas de uno y otro hay párrafos esclarecedores sobre Gorbachov y debo partir, debido al tenor de la narración, precisamente por este último cuyo autor fue periodista y a la vez psiquiatra.

Navarro-Valls dejó singulares revelaciones: por ejemplo, que el Papa polaco le envió a Gorbachov, una carta en un viaje que el entonces secretario de Estado de la Santa Sede, Agostino Casaroli (Navarro Valls lo acompañó), hizo a Moscú. El Pontífice le “había escrito una larga carta privada, acompañada de un memorando de temas, para entregar personalmente, si era posible”. No había relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la URSS, y la delegación vaticana viajaba para asistir a las celebraciones del Millenium cristiano en Rusia.

Mijail Gorbachov los recibió acompañado de su canciller Eduard Shevardnadze y le dijo al prelado:

“Señor cardenal, a mí me bautizaron de pequeño. Imagínese que por entonces en mi casa había un ícono de la Virgen. Y encima, naturalmente, una fotografía de Lenin”.

Al recibir la carta Gorbachov, fuera de todo protocolo, la leyó ahí mismo (“Casaroli apenas lograba disimular su estupor”, escribe Navarro-Valls) y les dijo: “Hagan saber al Papa de Roma que responderé personalmente a esta importantísima carta”.

No sólo llegó la respuesta personal de siete páginas con citas a las encíclicas de Juan Pablo II, sino el anuncio de una visita del remitente al Vaticano, la que muchos vieron, comenta el autor del libro Recuerdos y reflexiones, “como el acontecimiento del siglo”. Esa visita se concretó el 1º de diciembre de 1989; la conversación entre ambos duró hora y media, y a su término el Papa le dijo a Gorbachov que quería saludar a Raisa. Fue él mismo quien se dirigió a la puerta para llamar a su mujer, a quien le manifestó: “Raisa, te presento al Papa de Roma: la más alta autoridad moral de la tierra… que es también eslavo como nosotros”.

Aquella misma noche, durante la comida, el Papa Juan Pablo II le comentó a Navarro Valls: “Es un hombre de principios”, y el vocero “con gran curiosidad” le preguntó qué significaba ser de principios: “Es una persona que cree en sus valores hasta el punto de estar dispuesta a aceptar todas las consecuencias que se derivan de ellos, aunque puedan serle desagradables o no resultarle útiles”, respondió Juan Pablo II.

En 1991, un golpe de Estado tuvo a Gorbachov prisionero en su dacha de Crimea. Según informaciones soviéticas, sólo estaba “enfermo”. Finalmente regresó a Moscú donde recibió un mensaje personal de Juan Pablo II. Al día siguiente él renunciaba como secretario general del Partido Comunista soviético, pero mantenía la Presidencia del Estado.

Navarro Valls enfatiza que desde el encuentro entre el Papa y Gorbachov “poco a poco el siglo XX acabaría su tiempo, dejando como legado un mundo distinto, más libre para proyectar su futuro”.

Pero, ¿se sabe algo de lo que se dijo en esa conversación entre el pontífice y el líder soviético?

Aquí me remito a un diálogo que aparece en el libro-entrevista Una vida con Karol, que algo o más de algo trasunta:

Juan Pablo II: “Bienvenido. Me alegra mucho conocerle” (en ruso).

Gorbachov: “Pero ya hemos tenido muchos contacto precedentes…” (refiriéndose a la correspondencia previa).

Juan Pablo II: “Sí, sí, sobre el papel. Pero tenemos que hablar” (ya en italiano y con la traducción de un intérprete).

Y luego en la biblioteca:

Juan Pablo II: “Señor presidente, he preparado este encuentro con la oración…”.

Semanas después, a bordo de un avión, el Papa, al hablar con los periodistas, les confió:

“Mi interlocutor estaba muy contento con la plegaria del Papa. Decía que la plegaria es, ciertamente, un signo del orden, de los valores espirituales, y que tenemos gran necesidad de estos valores…”.

El autor del libro recoge otras palabras de Gorbachov relativas a esa visita: “Todo lo que ha ocurrido en Europa Oriental en estos últimos años no habría sido posible sin la presencia de este Papa, sin el gran papel, también político, que ha sabido desempeñar en la escena mundial”.

Gorbachov también tuvo su gran papel en el escenario mundial. Un papel muy en las antípodas del que hoy ha asumido, en su propio país, Vladimir Putin.

 

Lillian Calm

Periodista

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