LA EPOPEYA DEL QUESO AZUL

 

Lillian Calm: “A mí, que pago impuestos sagradamente, se me produce una sensación -es solo una sensación- semejante a como si me robaran la billetera. Presiento que mis impuestos están destinados a adquirir el queso azul con que se banquetean en el ex Congreso Nacional, quienes cuentan con una retribución más que suficiente para pagar de su peculio un sándwich en algún lugar de la esquina”.

Me encanta el queso azul solo o en cualquiera de sus tantas recetas, pero reconozco que se trata de una delicatesen para gourmets no siempre asequible. Según sea su clase se puede elegir entreCabrales, Roquefort, Bleu (azul) d’Auvergne, Bleu de Bressew, Gorgonzola… y algunas otras variedades.

Sin duda los señores convencionales constituyentes son gourmetsporque lo han pedido y reiteradamente (no hay sino que estudiar los menús solicitados por la presidenta Elisa Loncón). Pero lo que me preocupa es que, de acuerdo a antecedentes, lo estarían comiendo a costa de nosotros, los contribuyentes, y no de la dieta de que disponen y que han engrosado prácticamente al doble bajo el término de asignaciones.

Y me imagino que ello no es en virtud de su trabajo constitucional que por el momento es prácticamente inexistente.

A mí, que pago impuestos sagradamente, se me produce una sensación -es solo una sensación- semejante a como si me robaran la billetera. Presiento que mis impuestos están destinados a adquirir el queso azul con que se banquetean en el ex Congreso Nacional quienes cuentan con una retribución más que suficiente para pagar de su peculio un sándwich en algún lugar de la esquina, como por lo demás lo hemos hecho todos quienes sabemos lo que es trabajar durante décadas, y contar con escasísimos minutos para ir y volver a trabajar.

No es raro haber sentido desazón al informarme de que esos convencionales que recibirán cuatro millones mensuales (llámenles asignaciones o como les llamen) coman, se trasladen, alojen (en su mayoría, claro está, porque no son todos), a costa mía.

Al elevar a cuatro millones las asignaciones mensuales, la Comisión de Presupuesto de la entidad pondrá a disposición de los convencionales constituyentes 77 UTM, a las que se suman 5 UTM más para los representantes de pueblos originarios y quienes habiten en zonas extremas. De más les alcanza, creo yo, para pagar el queso azul.

Pero no solo me preocupa el queso azul.

La Secretaría General de la Presidencia (luego de que convencionales acusaran al Gobierno de excesivos gastos) entregó un informe de 54 páginas donde detalla lo invertido (si se puede decir así) en saciar a los hacedores de la nueva Constitución. Se trata (leo) de los gastos ejecutados “desde la dictación del decreto que crea la Unidad de Secretaría Administrativa de la Convención Constitucional y hasta el viernes 30 de julio del 2021”.

Sigo leyendo los requerimientos de la mesa (algunos afortunadamente no aprobados todavía) y mientras más leo, más me avergüenzo. Su reacción fue culpar al Gobierno por no haberlos prevenido en materia de austeridad. Si bien no tengo el mayor interés en defender outrance un Gobierno que entregó en bandeja una Constitución muchísimo mejor de la que saldrá desde las paredes del ex Congreso y del Palacio Pereira (y ahora también de una de las sedes de la Universidad de Chile), pienso que el Ejecutivo no tiene por qué convertirse en tutor de un grupo de… ¿será muy fuerte la palabra botarates?, que lo culpan de no prevenirlos en las lides de la austeridad. 
¿A dónde vamos a llegar? Los señores convencionales han pedido hasta plata para la bencina, estacionamientos, vehículos (autos y vans con chofer) para trasladarse en y fuera de Santiago, notebooks, apart hotel con dos dormitorios y cocina incluida, porque la comida de hoteles no es “pertinente culturalmente” para la machi Francisca Linconao, lo que ya fue aprobado por Elisa Loncón… Prefiero no seguir.

Las solicitudes están respaldadas por WhatsApps y correos.

La página virtual biobiochile.cl dio a conocer un anexo in extensodonde me encontré con la epopeya del queso azul y muchísimo más. Este, entregado por la Secretaría General de la Presidencia a la Secretaría Administrativa de la Convención, detalla peticiones realizadas por las segundas de a bordo de Loncón y Bassa. Según leo se habrían solicitado once almuerzos diarios promedio.

Cito dos mensajes de WhatsApps o correos:

 

“Rayén (mano derecha de Loncón), para mañana puede ser: pimentón relleno con verduras y queso azul. Carne al jugo con arroz. Pollo al horno con arroz. Miércoles puede ser: arroz saltado con pollo y salsa huancaína. Carne al jugo con puré. Pulpa de cerdo al horno con acompañamiento. Pollo al horno con acompañamiento. Jueves puede ser: Papas rellenas con espinaca. Costillar al horno con acompañamiento. Esto a través del primer proveedor. Y del proveedor de hoy (que pide disculpas por los envases, pero que mañana puede tener envases más grandes) están estas opciones: risotto champiñón o pollo con pimentón asado. Pastas del día con pomodoro o pesto. Pollo a la plancha con verduras salteadas o mix de ensaladas”.

Rayén: “… solo la lamngen (hermana según mi incursión en Google) presidenta desea pimentón con relleno de verduras y queso azul”.

 

Qué razón tiene la presidenta en insistir en el queso azul. Estoy

con ella en esa preferencia. Reitero que es realmente exquisito. En todo caso, ahora que se han subido las asignaciones no diríamos absolutamente nada si lo pagaran de su bolsillo y no de mis impuestos… o de las ya bastante más que menguadas arcas fiscales.

 

 

Lillian Calm

Periodista

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