DEMASIADOS ACTOS PARA UNA TRAGICOMEDIA

 

Lillian Calm escribe: “A ratos me da por sentirme una especie de versátil espectadora de una tragicomedia en demasiados actos. Uno o más por día. Entre los últimos está el protagonizado por una de las comisiones de la Convención que lleva un nombre más que grandilocuente (léase Subcomisión de Estructura y Funcionamiento de la Convención Constitucional). Ésta aprobó los dos primeros artículos del reglamento de la entidad encargada de redactar la nueva Constitución, pero cuidó de borrar una palabra… ignominiosa”.

No sé si algunos convencionales se las dan de Magallanes, de Almagro o simplemente de Pedro de Valdivia, pero la verdad es que se los eligió para redactar una Constitución y, a estas alturas, muestran claros síntomas de querer refundar Chile.

A ratos me da por sentirme una especie de versátil espectadora de una tragicomedia en demasiados actos. Uno o más por día. Entre los últimos está el protagonizado por una de las comisiones de la Convención que lleva un nombre más que grandilocuente (léase Subcomisión de Estructura y Funcionamiento de la Convención Constitucional). Ésta aprobó los   dos primeros artículos del reglamento de la entidad encargada de redactar la nueva Constitución, pero cuidó de borrar una palabra… ignominiosa.

Esa palabra vil suprimida de un plumazo es rep ú blica.

Originariamente el artículo objetado decía: “El presente reglamento tiene por objeto establecer la organización, el funcionamiento y los procedimientos de la Convención Constitucional de la República de Chile, cuya finalidad es elaborar una propuesta de texto de Nueva Constitución”.

Pero la voz rep ú blica asqueó a algunos constituyentes que presionaron para excluirla (me aseguran que una convencional llegó a decir que “la República de Chile ha sido invasora para los mapuches”). Incluso se trató de explicar lo inexplicable:

“Es para que esté en concordancia con el artículo primero que aprobamos, el que refleja que la Convención Constitucional es de los pueblos de Chile”.

Esto requiere un mayor esclarecimiento porque a buenas y primeras es inentendible. Aunque resulte inimaginable, hubo voces que se alzaron contra la injuria que puede denotar el concepto Rep ú blica de Chile. Se solicitó que esas tres palabras fueran borradas porque, según lo anterior, la Constitución no se debe al Estado sino “a los pueblos de Chile”.

Y así la constituyente y representante mapuche Rosa Catrileo llegó a señalar en sus redes sociales: "Chile es un Estado plurinacional. Los pueblos están hablando, es este momento de refundar la historia con muchas banderas y derechos". 

¿Refundar? ¿Muchas banderas?

De nada sirvió la opinión de la minoría, pues ya sabemos qué piensa y sobre todo cómo actúa la mayoría.

El constitucionalista Raúl Bertelsen -que él sí que es una autoridad en la materia- se preguntaba solo horas antes de este episodio en una columna de El L í bero: “¿Qué será del Presidente de la República en la futura Constitución? Salvo que seguramente figurará en el nuevo texto, nada sabemos con certeza sobre las funciones y atribuciones que tendrá en la nueva Carta Fundamental”.

Pregunto: ¿y se permitirá que el Presidente sea Presidente de la República o tendrá que ser Presidente de los Pueblos?

En todo caso, el término rep ú blica nació en un pueblo ya bastante antiguo y nadie le hizo asco: en la Roma tal vez pueblerina del año 500 a.C. (por si algún convencional no sabe lo que es a.C. y lee estas líneas, le adelanto que significa antes de Cristo).

Con variaciones conceptuales en el tiempo me remito a Oxford Languages que con autoridad define el término república:

 

“Forma de gobierno en la que el cargo de jefe del Estado está en manos de un presidente temporal que se elige por votación, bien a través de unas elecciones, bien por una asamblea de dirigentes.

 

“1. Forma de gobierno en la que el cargo de jefe del Estado está en manos de un presidente temporal que se elige por votación, bien a través de unas elecciones, bien por una asamblea de dirigentes.

“2. País que tiene esta forma de gobierno.

“el presidente de la República”.

 

Un ex senador PPD y hoy convencional ( y lo que es más importante, abogado), Felipe Harboe, comentó: “Una cosa es conocer la plurinacionalidad y la otra es eliminar nuestra calidad de república. ¿Sabrán que ese concepto se opone a una monarquía?”.

Le respondo yo: no, no lo saben. Si han demostrado que no saben nada de nada.

 

Y una última advertencia. Que nadie -en el que llegaría ser, según la voluntad de esa peculiar mayoría, el refundado Chile de los pueblos- tenga la osadía de leer una de las obras de un autor llamado Platón, que lleva un título de suyo bochornoso: La Rep ública. Habría, desde ya, que decretarle una implacable censura para estar así a tono con esta singular Convención Constituyente.

 

 

Lillian Calm

Periodista

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