LA “IZQUIERDA CAVIAR” DE SAGASTI

 

Lillian Calm escribe: “La salida plácida, llena de honores que quizás imaginó, sin importar a quien le entregara el cetro, se ha trocado en un sinnúmero de escollos. Es que al parecer la política no es plácida en parte alguna, a diferencia de lo que suele vivirse día a día desde dentro de tantos organismos internacionales”.

A Francisco Sagasti le importa muchísimo su propio renombre. Y tiene razón. De funcionario internacional -alto ejecutivo del Banco Mundial, tras incursionar en un cuantuay de organismos afines- coronó su curriculum vitae, ya de regreso al Perú, no solo como congresista sino que como presidente del poder legislativo y, por sucesión constitucional, el dios Hades le tenía reservada la Presidencia del Perú (tras la obligada vacancia dejada por Martín Vizcarra y Manuel Merino, que estuvo, este último, solo cinco días en el Palacio Pizarro).

Pero la situación del Perú de hoy se ha convertido para él en un verdadero dolor de cabeza; y de los fuertes. La salida plácida, llena de honores que quizás imaginó, sin importar a quien le entregara el cetro, se ha trocado en un sinnúmero de escollos.

Es que al parecer la política no es plácida en parte alguna, a diferencia de lo que suele vivirse día a día desde dentro de tantos organismos internacionales.

Recuerdo que cuando asumió la presidencia, a fines del año pasado, le pregunté a una variada gama de peruanos qué opinión tenían de él. La respuesta fue invariable entre quienes le tenían simpatía y quienes se reservaban su parecer:

-Es caviar.

Quedé en las mismas. ¿Qué es ser caviar?

Como ya expliqué en una columna anterior, tuve que consultar elDiccionario de Peruanismos, de Julio Calvo Pérez, editado por la Academia Peruana de la Lengua.

Leo: miembro de izquierda política, que es parte de una familia de posición socioeconómica acomodada. Y como adjetivo es referido a la izquierda política.

De uso coloquial, viene del francés gauche caviar (izquierda caviar), equivalente en Chile al red set.

En una entrevista Sagasti negó a interlocutores de su país ser caviar y desafió:

-Que me expliquen qué es eso.

Me sumí en Internet y ante mi sorpresa encontré demasiadas definiciones de cómo en los distintos países se llama a los caviaresperuanos y a nuestro criollo red set. Y a la gauche caviar francesa. Tantas que, pensé, ameritan una columna y ello aunque mi aporte, en estos párrafos, se reducirá a un simple copy-paste:

Procedo:

Alemania, Salonzocialist; Argentina, progre o zurdo con I Phone; Australia, Chardonnay Socialism; Brasil, Esquerda Ballantine’s oEsquerda festiva; Canadá, Rosedale SocialistShaughnessy Socialist Clique du Plateau; luego aparecemos nosotros… Chile, red set, whisquierda, cuico progre (reconozco que solo había oído el primero); Dinamarca, Kystbanesocialist o Redvinssocialist; Estados Unidos (aquí aparece media docena de términos): Learjet liberal, Limousine liberal, Latte liberal, Neiman marxist, radical chic, Gucci socialism

Y continúo:

España: izquierda caviar, burguesía bohemia, izquierda divina, pijo-progre, progre, socialista de salón. Filipinas: Steak comandos; Finlandia: Sosialistinen punaviini (quiere decir socialista de vino tinto); Grecia: Aristerà tu saloniù (izquierda de salón); Irlanda: smoked salmon socialism (socialismo de salmón ahumado); Italia, radical chic o sinistra al caviale (izquierda caviar); México: caviar izquierda o izquierda rica; Noruega: radikal eleganse (radical elegante); Nueva Zelanda, Chardonnay socialism; Países Bajos, Salonsocialisme y Salonsocialist; Perú, izquierda caviar (como venimos diciendo) y también zurdo progre e izquierda miraflorina; Polonia, kawiorowa lewica que es, también, izquierda caviar; Portugal, esquerda caviar; Reino Unido, Hampstead liberalism, Liberal elite, Metropolitan elite y Champagne socialism; Rumania, Stânga de lux, que significa izquierda de lujo; Suecia, Champagnesvanster y Rodvinsvanster, que significan izquierda champaña e izquierda vino tinto.

Sigo:

Suiza, Toscana-Zosi, es decir, izquierda de Toscana, y Cupli-socializto socialista de cafetín; y por último la azotada Venezuela: izquierda de cafetín, izquierda exquisita o enchufado…

(Lo inmediatamente anterior, me imagino, siempre que aún sobreviva alguna izquierda exquisita en Venezuela).

Entretanto pasan los días y sigue desconociéndose cómo se recordará a Sagasti en la historia del Perú. El capítulo está, como se dice ahora, en pleno desarrollo.

En el Perú (a diferencia de lo que se publica en el exterior de ese país) no se tiene nada de claro aún el desenlace del proceso electoral. Siguen las acusaciones de fraude y un llamado telefónico de Sagasti a Vargas Llosa, escasos días después de la elección, con el objetivo que Keiko Fujimori se retirara y le dejara la cancha libre a Pedro Castillo, no solo tuvo efecto negativo sino que trascendió a los medios periodísticos.

Y siguen transcurriendo los días sin asomo de humo blanco. Un sector bastante mayoritario le pidió a Sagasti que solicite una auditoría a la OEA (hay un antecedente vecinal, pues en el caso de Bolivia, ante serias irregularidades, el organismo recomendó que se hicieran nuevas elecciones presidenciales).

Por su parte uno de los cuatro magistrados de la Junta Nacional Electoral “declinó” (ese es el término utilizado) seguir en el cargo.

Suceda lo que suceda Francisco Sagasti, lo que quizás jamás previó para su curriculum vitae, ya debe estar percibiendo que puede terminar herido en el ala.

Por de pronto el lunes Keiko Fujimori llegó hasta el Palacio Pizarro y dejó en la oficina de partes una carta en que le solicita formalmente convocar a una auditoría internacional de la segunda vuelta electoral:

“Los peruanos necesitamos conocer la verdad y confiamos que usted podrá cumplir la misión tan importante que la historia ha puesto en sus manos, pues solo ello le brindará al próximo mandatario (a) la legitimidad necesaria para cumplir con sus responsabilidades”, escribió la candidata.

 

Lillian Calm

Periodista 

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