DON MANUEL SE QUEDARÍA SIN RESPUESTA

 

Lillian Calm escribe: Recibí un video que muestra en detalle cómo quedó ese mausoleo, testimonio de nuestra historia, y le comenté a alguien que, me consta, quiere a Chile como se quiere a la Patria:

-Supieran quién fue Baquedano.

La frase con que me respondió se me clavó como un puñal:

-No quieren saberlo.

A unos diez o doce pasos de donde están mis padres, y donde estaré yo algún día en el Cementerio General, se encuentra el mausoleo al general Manuel Baquedano. Hace unos años en ese lugar incluso se desplegó una alfombra roja para rendirle un homenaje en “reconocimiento a miles de chilenos que vistiendo el uniforme de la Patria, entregaron un valeroso esfuerzo y sacrificio sublime a costa de sus propias vidas”. Ese “valeroso esfuerzo” lo sitúa tanto en la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana como, luego, en la Guerra del Pacífico.

Por algo al regresar fue recibido con honores nunca vistos hasta entonces y la ciudadanía salió a las calles a recibirlo. Dicen que él depositó su espada a los pies de la Virgen del Carmen, cuya fiesta, como patrona de Chile, mañana celebramos.

Las calles del Cementerio General, camposanto que ha sido definido como un museo al aire libre, han visto mucho, quizás demasiado. Pero la semana pasada se desató una inédita tropelía contra muchas de sus tumbas.

Esa vez no hubo alfombra roja a los pies del mausoleo del general Baquedano. Muy por el contrario, destrozos en sus paredes; garabatos marcados con tinta y pintura indelebles; profusión también marcada a fuego de esas palabras del lumpen que, desgraciadamente, en el Chile de hoy repite asiduamente el no lumpen… Y también, por supuesto, eslóganes políticos reiterados grabados prácticamente en los mismos momentos en que en el ex Congreso Nacional, en pleno centro de Santiago, poco más de un centenar de constituyentes, a buen sueldo, sesionaba para indultar violentistas y para llegar a la misma nada en lo que a su verdadera misión se refiere.

Recibí un video que muestra en detalle cómo quedó ese mausoleo, testimonio de nuestra historia, y le comenté a alguien que, me consta, quiere a Chile como se quiere a la Patria:

-Supieran quién fue Baquedano.

La frase con que me respondió se me clavó como un puñal:

-No quieren saberlo.

Eso lo dice todo. No quieren saberlo y hasta reciben directrices, también foráneas, para no querer saberlo. Porque de saberlo tendrían que reconocer la historia patria y, además, que somos una nación soberana abierta al mundo, pero que nada tiene que ver con multi o pluri culturalismos o multinacionalismos, términos ambiguos ajenos a nuestra idiosincrasia y de raigambre meramente ideológica.

Pero aclaremos: esa ideología no proviene solamente de Rusia, Cuba, Venezuela… No. Proviene de una izquierda más peligrosa aún que las congrega a todas: es esa subrepticia, tan propia de los organismos internacionales de los cuales Chile forma parte, y la que ya lleva décadas sembrando, como caldo de cultivo, un revoltijo de consignas que les permitan seguir usufructuando de su burocrático bienestar.

Pero, ¿qué está ocurriendo en nuestro país hoy día? Esa quizás sería la interrogante que nos plantearía el general Baquedano en el supuesto caso que él regresara por unas horas a esta vida terrena y nos pidiera dilucidar la actualidad nacional. ¿Por qué el odio contra él? Ese institutano que decidió seguir la carrera de las armas, que nos defendió en dos guerras y que ocupó importantes cargos políticos, quedaría sin respuesta.

Pero de lo que sí estoy segura es de que a diferencia de quienes no quieren saber quién fue Manuel baquedano González, él sí quisiera estar dispuesto a entender lo que nos ocurre. Saber de qué nos hemos enfermado. Claro que la verdad es que, sin duda, sería muy difícil explicárselo.

 

 

Lillian Calm

Periodista 

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