ABOGADO DE OTRA ETNIA A ELISA LONCÓN: “NO SOY MAPUCHE; ANTE TODO, CHILENA”

 

Le dice: “Así como respeto su origen y su etnia mapuche, le ruego también que respete mi origen y mi etnia quillanes colla y afro. Soy del norte de este país (…) Sabe, señora Elisa (Loncón), en mi pueblo colla, aymara, quillanes, no hay ninguna agrupación que esté exigiendo la restitución de los terrenos ancestrales de Chuquicamata, de Gabriela, de Collahuasi o de Candelaria…”.

Recibí un mismo WhatsApp por diversas vías y, como mi celular no me alegó (exceso de contenido), lo abrí a pesar de que no era corto. Una mujer joven, de cara agradable, muy sobria, comenzó a hablar. Lo hizo de un modo tan cercano y sereno, que no pude dejar de verlo y oírlo hasta el final.

Me impresionó tanto que en esta columna no hablo yo. Le dejo mi espacio a párrafos transcritos por mí de esa grabación, es decir, de lo que dijo en parte la abogado Nubia Vivanco al dirigirse a la presidenta de la Convención Constitucional. Defensora, entre otros, de Sebastián Zamora, el ex carabinero formalizado por el caso del Puente Pío Nono, la abogado se refiere también a ese hecho (“ya vamos acercándonos a la verdad y van cayendo las mentiras”), pero no me quedaré en la casuística, sino en su contenido general… y también ancestral.

 

Habla Nubia Vivanco:

 

-Señora Elisa Loncón, buenas tardes. Mis felicitaciones en primer lugar por el cargo que debe ejercer. Me presento: mi nombre es Nubia Vivanco. Soy abogada especialista en materia penal, defensora privada y de confianza de muchos carabineros y funcionarios militares, y también de infantes de marina, por hechos imputados, la mayoría de manera calumniosa, injusta y arbitraria por parte de un Ministerio Público que en este minuto está actuando e manera obtusa, politizada, instrumentalizada…

 

-Así como respeto su origen y su etnia mapuche, le ruego también que respete mi origen y mi etnia quillanes colla y afro. Soy del norte de este país, del lugar en el que mucho antes que llegaran los españoles ya pagábamos los impuestos al imperio inca. Y pagábamos impuesto porque lo que sacábamos de la tierra no lo podíamos comer: era mineral; era oro, plata, bronce. Y el imperio inca, con su civilización, nos entregó conocimientos, innovación y tecnología; nos entregó vialidad: un camino de 4.300 kilómetros; y la capacidad para poder obtener siembras y ganadería caprina en pleno desierto. Por lo tanto desde mis antiguas generaciones aprendimos a luchar por la vida, por salir adelante, y nos parecía legítimo una vez al año pagar los impuestos que venía a cobrar precisamente el ejército inca, el mismo por el cual los varones de su etnia originaria se preparaban durante todo el año para detenerlos en su avance en el río Itata, mientras las mujeres recolectaban, criaban, cocinaban y recibían prácticamente desde el Cielo el piñón que caía de los pinos para alimentarse.

 

-En el norte, señora Elisa, jamás la comida cayó del Cielo Hay que arrancársela a la tierra a pedazos, pasando un mes enterrado en un pique. Por lo tanto estamos acostumbrados como etnia a cumplir con las responsabilidades en cuanto a invertir en innovación y tecnología.

 

-Le reconozco y la felicito por el manejo y el trabajo que ha hecho por la mantención de su lenguaje, pero cuando usted habla en mapudungún, yo no la entiendo. Y tampoco me representa. Y tampoco me representa su cosmovisión mapuche, porque no soy mapuche. Con mucho, colla pero ante todo chilena.

 

-Así como entiendo que su bisabuelo luchó durante la ocupación del siglo pasado del Ejercito de Chile, dos de mis tíos abuelos murieron en la Guerra del Pacífico para que Chile no limitaría al norte en Taltal, sino que llegara inclusive hasta lo que es Arica actualmente. Sabe, señora Elisa, también es su país y fue ganado por pueblos

originarios como nosotros, en el norte.

 

-No la entiendo cuando habla en mapudungún y tampoco la entiendo cuando alejándose de la labor para la que usted fue elegida pretende que se libere a individuos que generaron (no se entiende bien) mucho más allá que la acción libertaria que pretenden darles.

 

-Sabe, señora Elisa, en mi pueblo colla, aymara, quillanes, no hay ninguna agrupación que esté exigiendo la restitución de los terrenos ancestrales de Chuquicamata, de Gabriela, de Collahuasi o de Candelaria. Al contrario. Los descendientes de estos antepasados que han luchado y se han desarrollado en el norte, en pleno desierto de este país, de nuestro país, el suyo y el mío, señora Elisa, hemos aprendido a trabajar la tierra, a esforzarnos. Hemos entendido que el emprendimiento y la educación sí movilizan socialmente, y se lo dice la hija de una huérfana de seis años que estudió lo único que podían estudiar los pobres de la época: profesora normalista… Magister en Educación. Y un indígena afro nacido en una ruca, en una sierra minera, que llegó hasta segundo básico, pero que sabía que con esfuerzo y con sacrificio, y levantándose a las cinco de la mañana, iba a poder dar trabajo y educación a sus hijos.

 

-En Chile, hermana Elisa, no nos sobra nadie. No nos sobran los jóvenes. No sobra usted, como mapuche, ni yo como colla afro. En Chile nos necesitamos todos y somos chilenos. No mapuches. Particularmente me ofende que usted solicite la libertad para personas que han cometido delitos, y me ofende que no pida la revisión de las causas en las cuales se le ha imputado responsabilidad penal a funcionarios policiales y del Ejército que, cumpliendo sus funciones en pleno ejercicio y con pleno apego a sus derechos, a la ley y a sus propias protocolos, han sido imputados calumniosamente, perseguidos por un Ministerio Público, como ya señalé, obsesionado por dirigir estas investigaciones hacia la responsabilidad del mando.

 

-Le propongo que en vez de pedir una ley de amnistía se concentre en trabajar en la defensa de cada uno de estos jóvenes imputados por el estallido social, porque es lo que estoy haciendo yo junto con otros colegas: desarmando los verdaderos montajes que se han levantado para imputar responsabilidad penal a funcionarios que han cumplido legítimamente con su deber. Lo hemos visto en la causa del puente Pío Nono… Van cayendo las mentiras… No me cabe la menor duda de que igual va a caer toda esta maquinaria perversa para (no se entiende) una patrulla de jóvenes soldados entre los cuales, señora Elisa, hay hermanos suyos mapuches, privados de libertad falsamente, en el sentido de considerarlos a ellos mismos torturadores de personas de su propio pueblo.

 

-No es políticamente correcta esta publicación: es primera vez que lo hago, pero usted que sabe de literatura conoce la Divina Comedia de Dante Alighieri. En una de sus partes señala que hay en el infierno un lugar especial para aquellos que en épocas de crisis morales guardan silencio.

 

-Así es que, hermana Elisa, le ruego que sus alusiones en mapudungún las haga en un espacio en el que usted sea entendida y comprendida, y sea efectivamente partícipe, más allá del respeto con que se le puede escuchar, para que pueda ser su aporte verdaderamente de edificación. En segundo lugar le ruego que haga todos los esfuerzos para que en su cargo se cumpla con éxito aquello por lo que votamos el ochenta por ciento de los habitantes de este país. Le ruego, también, que instale la humildad en esta Convención Constituyente, en particular de algunos constituyentes colegas suyos hiperventilados y termocéfalos, que piensan que están refundando algo que ni siquiera han construido, y le doy las gracias por si se ha tomado la molestia de escuchar este mensaje en un día en que Cuba comienza a clamar por libertad…

 

-Por favor, señora Elisa, trate de entender que usted no está escribiendo una Constitución para una república mapuche. Usted está trabajando para la construcción no de un Chile nuevo, sino de un Chile más digno donde, de verdad, no nos sobra nadie.

 

Hasta ahí la abogado Nubia Vivanco.

 

 

Lillian Calm

Periodista 

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