POR SUPUESTO QUE ME VOY A VACUNAR

 

Lillian Calm escribe: “…me temo que en Chile por un problema de idiosincrasia se va a producir un serio dilema: una opinión por cada habitante de nuestra geografía. Es decir, unos 18 o 19millones de opiniones”.

No es que me tengan agotada con la pregunta pero por lo menos una decena de personas ya me la ha formulado: 
-¿Te vas a poner la vacuna? 
Mi respuesta es invariable: 
-Por supuesto que sí… ya sea china, estadounidense, alemana, británica o lo que fuere y, además, voy a estar muy agradecida. 
No niego que si me toca la de Oxford la voy a encontrar de mejor tono, pero reconozco que por puro esnobismo y en ningún caso porque crea que la británica vaya a ser mejor que la china.

Si bien un producto del Reino Unido puede durar toda una vida y los artículos que se compran en el mall chino (con perdón de sus locatarios) quizás se desintegren antes de llegar con ellos a la casa, pongámonos serios: aquí estamos hablando de una vacuna que ha pasado por todas las pruebas científicas habidas y por haber no solo en su país de origen sino en centros médicos de otras naciones, y su eficacia y excelencia están más que comprobadas. Y por lo demás ya tiene el visto bueno de las autoridades sanitarias que, al menos en Chile, son acuciosas.

Le oí decir a un médico experto en salud pública:

-No hablemos de la vacuna china, porque vacunas chinas hay muchas, sino que individualicémosla por su nombre: Sinovac.

Y por mi parte aseguro: yo me pondría la Sinovac sin chistar. Incluso hay científicos que la califican como la mejor. Eso me basta y me sobra, aunque no sabemos si es tan así. 
Pero me temo que en Chile por un problema de idiosincrasia se va a producir un serio dilema: una opinión por cada habitante de nuestra geografía. Es decir, unos 18 o 19 millones de opiniones.

El otro día me contaron que en una reunión por zoom de un grupo de profesionales jóvenes (y pensantes, lo que está demostrado porque prefirieron el zoom al carrete presencial), “ninguno era partidario de la vacuna. No estaban ni ahí”. 
Contra pregunté de inmediato: 
-¿Y cuántos médicos había en esa reunión por zoom? 
Adiviné la respuesta: 
-Ninguno. 
Ese es Chile. Típico… hablando de lo que se sabe y de lo que no se sabe con el mismo desparpajo. 
Hay naciones -miremos el África- donde dudan si podrán vacunarse y en qué año. En otros países, donde las vacunas ya escasean, el problema ha sido otro... como ha ocurrido en España donde políticos, militares de altísimo rango y graduación e incluso un obispo se han saltado la cola para vacunarse, por decirlo de alguna manera. O más bien se han vacunado antes de que les correspondiera. Los hay que ante el repudio popular incluso se han visto obligados a renunciar a su altísimo cargo.  
Colofón: me voy a vacunar con la vacuna que sea y si es la china o, mejor dicho, la Sinovac, bienvenida sea y la agradeceré mucho.

 

Lillian Calm

Periodista

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