ACADÉMICA ALEJANDRA CARRASCO: “UNA EUTANASIA ES UN HOMICIDIO”

 

“Cuando hablan de las leyes o reglamentos de ‘asistencia a la muerte’, consideran en ese conjunto regulaciones de eutanasia, suicidio asistido y cuidados paliativos. Tanto los ‘cuidados paliativos’ aquí, como la palabra ‘asistencia’, hacen que este conjunto parezca casi un bono de Navidad… en el fondo es ponerle azúcar al veneno para tomárselo feliz, creyendo que es un súper regalo”.

Era quizás lo único que le faltaba a nuestra cada día más desprestigiada Cámara de Diputados para desacreditarse ante la historia. Seguir los pasos de algunos de sus pares españoles y procurar convertir a Chile en el séptimo país del mundo en legalizar la eutanasia. Así en los mismos momentos en que se aprobaba esta legislación en Madrid, nuestra criolla Cámara de Diputados, desde Valparaíso, la aprobaba en general para que pasara a la Comisión de Salud y luego al Senado.

Quedé petrificada.

Por eso preferí recurrir a Alejandra Carrasco, doctora en Filosofía y Letras por la Universidad de Navarra, profesora de la Universidad Católica y además periodista, para que me instruyera en esta trama que domina. Y le pregunté:

-¿Qué clase de cuidados paliativos existen en Chile?

-En Chile lo único que existe son los cuidados paliativos oncológicos. Si uno se enferma de alguna otra cosa que no sea cáncer, no existen cuidados paliativos… excepto si uno tiene medios. Quienes no cuentan con recursos y necesitan de analgésicos o drogas más caras para reducir sus síntomas, se tienen que morir de dolor y punto. O tomar Aspirina. Cuando exista una ley de eutanasia obviamente le van a decir al paciente: “Usted tiene un sufrimiento insoportable…”, ¡y va a ser verdad! La persona con recursos va a poder decir: “Quiero que me pongan tal medicamento” o “prefiero esta otra terapia paliativa”. En ese sentido existe en Chile una clara injusticia social.

-Usted señaló en alguna oportunidad que la eutanasia es una política regresiva…

-Correcto, pero incluso antes de su evaluación como política pública se debe hacer notar un problema conceptual híper grave: la gente no entiende bien lo que es eutanasia (y por eso muchos se declaran estar a favor de ella). Creen que la limitación del esfuerzo terapéutico significa eutanasia.

-¿Puede aterrizar esto con un ejemplo?

-Si mi abuelita de 108 años está inconsciente y llena de tubos desde hace tres meses en el hospital, y ante una neumonía el médico pregunta: “¿La tratamos con antibióticos?”, sus parientes piensan que si dicen “no” están siendo eutanásicos; en otras palabras, que el no seguir haciendo esfuerzos para que la persona siga viviendo es eutanasia. Eso no es verdad.

-Es no poner medios extraordinarios.

-Exactamente. Ni extraordinarios ni desproporcionados, es decir, que no sean demasiado onerosos (en términos sanitarios, emocionales, etc) para ese paciente en particular, dadas sus personales condiciones de salud, familiares y económicas... Lo que sucede es que en estas decisiones hay zonas grises. Estamos en un momento de cambio en la historia, porque la Medicina cada vez permite hacer más para que las personas sigan viviendo, pero no siempre está bien prolongar la vida. En las facultades de Medicina tienen que empezar a enseñar con mucho cuidado esta materia porque no son los parientes, agobiados por el dolor de la pérdida, o con culpa, o lo que sea, los que pueden decidir. Es obvio que estos últimos van a decir “póngale todo” y ellos no son los que saben. Los médicos son los que saben.

-Esa viene a ser la que usted llama vertiente conceptual del problema…

-Así es: toda eutanasia busca adelantar la muerte y el ensañamiento u obstinación terapéuticos busca retrasar artificialmente la muerte. La adecuación o limitación del esfuerzo terapéutico, en cambio, acepta el momento de la muerte natural.

- Si la eutanasia busca adelantar la muerte, ¿qué diferencia existe entre eutanasia y asesinato?

-En términos formales, no hay diferencia. Ambas son acciones en las cuales un homo sapiens provoca directa y deliberadamente la muerte de otro homo sapiens. Ambos, eutanasia y asesinato, son homicidios: se hace morir a un homo sapiens. La diferencia que podría haber, y a la que aluden los defensores de la eutanasia, es la justificación. Ellos dirían que un asesinato es un homicidio injustificado, en cambio una eutanasia es un homicidio justificado.

-Hoy se usa el término “asistido” para justificar homicidios de ancianos o personas con capacidades diferentes…

-En algunos países se habla genéricamente de la “muerte asistida”. Dentro de ese género de muerte – por así decir – hay dos especies: la eutanasia, en que es un tercero quien provoca directamente la muerte del paciente; y el llamado suicidio asistido, en que un tercero proporciona al paciente los medios para que él mismo se provoque directamente la muerte. Estos “medios” son por lo general sustancias tóxicas que debe ingerir.

-¿Y ese tercero?

-Es un médico. Por eso, en rigor, se habla de “médicamente asistido”. En el caso de los ancianos, puede ser una eutanasia o un suicidio asistido; pero en el caso de los enfermos mentales tiene que ser una eutanasia. No puede ser un suicidio médicamente asistido porque ellos -por definición- no tendrían control de sus actos, entonces no se podría confiar en que ellos mismos ingieran el veneno en el momento adecuado. La diferencia entre un suicidio y un suicidio asistido es total. En el primer caso, por ejemplo, es tirarse de un edificio. Es violento. Y es difícil de realizar, también para el suicida. Implica hacerse violencia a uno mismo, y también implica ir en contra de muchas normas sociales y de muchas personas. Es muy violento y muy solitario. En un suicidio asistido, en cambio, es ir al doctor… No es violento… el doctor le diría: “Venga tal día, yo reservo el pabellón, le doy estas dos píldoras y lo único que usted tiene que hacer es metérselas a la boca y tomar agua”. Cuando las cosas se legalizan, se empiezan a sentir lícitas, y si lícitas, deben ser buenas… Entonces el suicidio termina viéndose, sintiéndose, como una práctica completamente legítima, e incluso también “generosa”. Aquí es donde yo digo que la eutanasia es, como política pública, una política regresiva, es decir, perjudica a los menos favorecidos.

Y continúa:

-La razón es que basta que en un país exista la posibilidad de solicitar una eutanasia o suicidio asistido, para que la gente esté obligada a planteárselo. Por más que una persona, dados sus valores y principios, se oponga teóricamente a ella, en el momento de la enfermedad, del dolor físico y psicológico para el que no tiene los recursos para tratarse, o solo los tiene hipotecando la casa o el futuro de los hijos, se plantea la “opción”. ¿Quiénes son los primeros que la van a pedir? Obviamente los que tienen menos recursos. Menos recursos económicos y menos recursos afectivos: la gente más sola, con menor red de apoyo. En los hospitales públicos y la permanente necesidad de camas, cuando haya eutanasia, ¿alguien cree, con honestidad, que a los ancianos que agonizan allí por meses y que nadie los ha ido a ver por años, no se les insistirá en “la opción”?

-¿Se requiere creer en Dios para valorar la vida desde la concepción hasta la muerte?

- No creo que se requiera creer en Dios para valorar la vida hasta la muerte natural; o para considerar que facilitar los medios para terminar con la vida de las personas sea un mal moral y un inconveniente para la sociedad, además de una injusticia.

-Históricamente cuándo y dónde se aplican las primera eutanasias?

-En la Grecia antigua… a los niños deformes se los dejaba morir. Y también en culturas primitivas (es lo que se llamaba la “exposición de niños”). En tribus de esquimales dejaban morir a los ancianos y enfermos porque no se los podían llevar con ellos. Hay países (como China o la India) que lo hacían hasta hace poco con las hijas mujeres (la política “una familia-un hijo”), pues les convenía tener un hijo hombre, que producía más… o se obligaba a abortar. No se valoraba la vida. En la era cristiana se comenzó a valorar. La eutanasia contemporánea resurgió como tema con los nazis en el siglo pasado. Aunque ninguna de las anteriores es propiamente una “eutanasia” como se la entiende en la actualidad: muerte provocada por un tercero JUSTIFICADA por compasión al sufrimiento del paciente y en segundo lugar, autonomía del paciente. Tras la segunda guerra mundial se vivió el tabú de la eutanasia y donde volvió a surgir fue en los Países Bajos a fines de los setenta.

-Y ahora en Chile la Cámara aprueba en general el proyecto que la legaliza, en la misma semana que España hace lo mismo…

-Pareciera que ahí hay una sintonía política con una línea directa entre Podemos y Frente Amplio.

 

Lillian Calm

Periodista

14-01-2020 

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