DOS ACTOS CON SIETE DÍAS DE INTERMEDIO

Esta es una pieza teatral con mucha acción aunque muy poco parlamento. Comienza en el segundo acto y deja el primero para el final. No creo para nada que se ciña a las estrictas normas de la dramaturgia pero, total, no tengo pretensión alguna de escribir una obra de teatro.

 

SEGUNDO ACTO: Una paliza previsible se dio el domingo a la opción Rechazo, que para muchos había sido garante de principios valóricos incluidos en nuestros textos legislativos: el derecho a la vida del que está por nacer, la consagración del matrimonio entre un hombre y una mujer, la familia como núcleo fundamental de la sociedad.

Ahora Chile se encuentra ante la interrogante de la hoja en blanco, pero el triunfo del Apruebo por tan altísima mayoría no tiene por qué barrer de una nueva Constitución los fundamentos anteriores.

Leo en traducción libre párrafos de un editorial del reconocido diarioO`Globo, de Brasil: “Ni Chile ni Brasil, so pretexto de reglamentar lo que se encuentra mal, pueden tirar por la borda lo que hicieron bien”. Y, también, “las mejores Constituciones son las que respetan la estabilidad de las reglas en lugar de intentar reinventarlas”. Luego ese medio advierte contra otro peligro: la furia legiferante que caracteriza a las asambleas encargadas de redactar nuevas constituciones, ya que cada constituyente “siente la tentación imparable de inscribir en el texto final sus utopías particulares”. Agrega que las enmiendas son el camino adecuado para corregir defectos ya que hoy “el riesgo de escribir a partir de cero” una Constitución “abre la compuerta para toda suerte de disparates”.

Ello se paliará si el 11 de abril se elige a constituyentes preparados, en lo posible abogados, más aún especializados en Derecho Constitucional, y con la idoneidad y formación necesarias para atender principios que resulten de la mayor conveniencia para la vida futura de Chile y los chilenos.

Sin duda los dados estaban echados desde el momento en que incluso desde La Moneda altísimas autoridades dejaron traslucir sus preferencias por el Apruebo; desde el momento en que políticos de Chile Vamos llamaron abiertamente a votar Apruebo; desde el momento en que Apruebo se constituyó públicamente en la opción de la socialdemocracia cuando surgen voces, otrora más afines a la derecha. que ahora no han tenido empacho en auto definirse como socialdemócratas.

Ergo, el domingo también ganó en Chile la socialdemocracia definida en el diccionario -para qué me voy a remontar a tratados más especializados- como “corriente política moderada dentro del socialismo que defiende que la transformación de la sociedad puede llevarse a cabo desde una democracia parlamentaria y no necesariamente desde la revolución”.

Sí: corriente dentro del socialismo.

Recientemente The Economist, semanario centenario publicado en lengua inglesa, corroboraba que Chile podía convertirse en un país “más socialdemócrata” si ganaba el Apruebo.

 

Aquí termina el segundo acto. Tras un intermedio de siete días, retrocedamos al que califico como primer acto.


PRIMER ACTO: Nos retrotraemos al domingo de la semana anterior, es decir, al 18 de octubre. Escena: prácticamente el mismo lugar en que veinte mil personas se reunieron este último domingo 25 a festejar en una celebración que terminó, me consta, después del toque de queda.

En la tarde del 18 de octubre dos históricas iglesias católicas, primero la de San Francisco de Borja y seguidamente la parroquia de la Asunción, fueron incendiadas a conciencia y, por lo que se ha estado dilucidando, con un plan rigurosamente premeditado que incluía la profanación de sus imágenes.

Se echó tierra… No hubo desagravio alguno.

Solo jolgorio al domingo siguiente, en la celebración por el Apruebo.

Por mi parte me quedo con el llamado telefónico de una amiga que más que con indignación con verdadero dolor, ese dolor que nace desde dentro, me conminó:

-¿Dónde estamos los católicos?

Y continuó:

-Hace ya mucho más de medio siglo recuerdo que llegó un personaje ruso al país. No podría decir quién era ni por qué sabíamos que estaba contra la Iglesia. No recuerdo. Pero siendo muy niños mi mamá nos llevó a una gran concentración que se congregó en la Plaza de la Constitución, donde familias enteras defendían a la Iglesia y pedían que ese personaje se fuera de Chile.

Luego dijo como para sí misma:

-Y ahora nos quemaron dos iglesias y no pasa nada. Deberíamos salir en procesión a las calles a rezar el Rosario en desagravio. ¿Dónde estamos los católicos?

Siguió:

-En Pirque acaban de vandalizar una imagen de la Virgen. Incluso le amarraron un trapo verde que es la consigna de las abortistas… y, claro, gracias a Dios ha habido muchos actos de desagravio y horas de adoración frente al Santísimo Sacramento, pero demostremos en las calles que somos católicos, que defendemos nuestra fe.

 

Le encontré toda la razón pero me quedé muda. Illo tempore los carabineros podían defendernos. No habían recibido aún órdenes contradictorias (me imagino que directas e indirectas) que los llevaran prácticamente a permanecer impasibles.

Pero qué importante y decisivo sería que hiciéramos un desagravio nacional, cuando el Covid nos lo permitiera, quizás en torno a la Virgen del Carmen, ya que este año hasta su procesión tuvo que ser virtual.

Y hoy, la verdad, es que podemos salir a votar pero parece que no a desagraviar.

 

Lillian Calm

Periodista



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