COMUNISTAS SIN SENTIDO DEL HUMOR

 

Lillian Calm escribe: “El presidente de la colectividad anda permanentemente con cara de aburrido. A lo mejor la tiene así, pero pienso que podría hacer por lo menos algún esfuerzo. Hay, sí, una anécdota que lo involucra y que, estoy segura de que a pesar de él, tiene muchísima gracia”.

Pienso que el humor es una de las cualidades más necesarias que pueden darse en el ser humano, pero los comunistas, desgraciadamente, carecen de ella como si se tratara de una orden de partido.

Así, el presidente de la colectividad anda permanentemente con cara de aburrido. A lo mejor la tiene así, pero siempre se puede hacer por lo menos algún esfuerzo. Hay, sí, una anécdota que lo involucra y que, estoy segura de que a pesar de él, tiene muchísima gracia.

El mismo ha reconocido en entrevistas  que durante el gobierno militar se desplazaba bajo una chapa o nombre falso: Sebastián Larraín. En esa identidad se movía para desempeñar sus tareas como jefe militar de su colectividad y como tal habría supervisado las funciones del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

Esas fechorías no revisten sentido del humor alguno, pero aquí viene la anécdota: supe que Carlos Larraín, ex parlamentario y quien liderara Renovación Nacional, con su ironía característica se refirió a… Sebastián Larraín y comentó sobre Guillermo Teillier: “Eligió un muy buen apellido para hacer maldades; cuando estoy con él lo embromo, le digo ‘hola Tocayo’. Pero tiene un olor a pólvora salvaje y yo no tengo ningún olor a pólvora. No hablaré sobre esto con él porque intercambiamos las menores palabras posibles, hablamos pero lo rigurosamente necesario no más…”.

Teillier a pesar de ser lacónico ha hablado más de lo acostumbra desde el 18 de octubre. Tras ese viernes rojo, en que estaciones del Metro ardieron al unísono, él fue el primero en retar al Presidente de Chile para que renunciara y retrucó su bravata con un “si no tiene la capacidad de gobernar”.

Recojo in extenso sus palabras de entonces en “La Tercera”: “El Presidente debe levantar el Estado de Emergencia ahora porque el pueblo ya no le cree. Tengo la impresión de que el pueblo no le tiene miedo, no le tiene miedo a la represión. Y esto puede todavía ser peor entonces. Entonces, si él está renunciando a gobernar, porque gobernar significa acoger las demandas de la ciudadanía, que para eso lo eligieron Presidente, y se escuda tras los militares, si no tiene capacidad de gobernar, lo mejor sería que renunciara y llamara a nuevas elecciones ahora y que el pueblo, con el sentimiento que tiene hoy día, elija a un nuevo gobernante, incluso a nuevos parlamentarios. Esa es la situación. Estamos en un momento de crisis compleja y debe, insistimos, debe revertir el alza de los pasajes”.

Y el alza de los pasajes se revirtió.

Entonces Teillier también anunció que estaban trabajando en una acusación constitucional contra el Presidente Sebastián Piñera, la que sabemos no llegó más allá.

Me he fijado que ni siquiera las niñas militantes  del PC tienen sentido del humor. Se las ve siempre con cara agria, más aún cuando dejan de ser tan niñas. Como que ahí ya la cosa no tiene vuelta.

Es en este punto cuanto se añora a un comunista criollo de antaño, escritor y senador respetado más allá del Partido Comunista, lo que en sí es toda una rareza. Me refiero a Volodia Teitelboim (su nombre, eso sí, no tenía nada de criollo) a quien entrevisté varias veces y con quien conversé largas horas; incluso guardo uno de sus libros, auto biografiado por él. Y lo mejor, tenía sentido del humor.

El periodista Eugenio Lira Massi escribió bajo el título “La cueva del Senado y los 45 senadores” una anécdota fantástica que fue contada por el propio Teitelboim, lo que demuestra que hay comunistas que sí tienen sentido del humor. A pesar de quienes decían lo contrario, explica Lira Massi que Neruda y Teitelboim eran no solo correligionarios sino grandes amigos, y contaba Volodia que una vez que ambos se encontraban conversando en una esquina pasó un desconocido, se acercó a Neruda y se produjo el siguiente diálogo:

-¿Y? ¿Cómo te va, Reyes? ¿Te acuerdas de mí?

-Sinceramente no- respondió el poeta.

-Estuvimos juntos en el Liceo de Temuco. ¿Te acordái ahora Neftalí?

– Ah, sí, claro…

– ¿En qué te las estái machucando, Reyes?

-Escribo cositas.

-¡Chis, linda la que aprendiste! ¡A tus años! Hace como yo, tonto, trabaja en camiones. Eso da mucha plata. ¿O no sabís que los escritores se mueren de hambre?. Mira tú, la edad que tenís o no te conoce nadie. Si necesitáis una manito, llámame a este teléfono y ahí vemos qué se hace… Chao, Reyes, gusto de saludarte”.

Sí. A Volodia no le faltaba el sentido del humor.

 

Lillian Calm

Periodista

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